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martes, noviembre 03, 2020

Confinadura

Los países de la Unión Europea, y otros del hemisferio norte, enfrentan actualmente la segunda ola o rebrote del virus Sars-Cov-2, el cual viene mutado como la variante Cov-20A.EU1. Esta nueva cepa parece más agresiva, más virulenta y letal, que la original. Estupefactos ante su anterior fracaso, todos los gobernantes de las zonas afectadas responden a lo bestia aplicando, nuevamente, las mismas políticas fracasadas de fuerza bruta y convirtiendo a sus democracias en una confinadura: verdaderos confinamientos dictatoriales -compulsivos coercitivos. Para forzar el confinamiento, los gobiernos emplean sus fuerzas policiales y fuerzas armadas, quienes se encargan de reprimir bloqueando la circulación de las personas, persiguiendo, multando y encarcelando a aquellos ciudadanos que intentan continuar con las actividades pacíficas de su vida cotidiana. ¿Es la confinadura la mejor respuesta posible?.

Los confinamientos aplicados desde el inicio de la pandemia, no lograron detener la enfermedad, ni mucho menos evitar las muertes informadas por causas del virus. La evidencia es contundente ya que no hay diferencias entre regiones confinadas y no confinadas, con el agravante de que todos los países confinados destruyeron sus economías y potenciaron los efectos negativos de la enfermedad.

En su administración de distintas dosis de confinamiento, las autoridades sanitarias y los gobernantes se apoyan en el análisis numérico de la enfermedad, adoptando una filosofía numerológica al momento de definir y aplicar política económica y sanitaria sobre toda la población: si los contagios suben se confina, si bajan se libera. Obviamente, la enfermedad es un fenómeno biológico, al cual se lo pretende abordar como un fenómeno numérico. Algo está mal con este enfoque!.

El virus es el virus que es y tarde o temprano llega a cada persona, por la vía que fuere: por otras personas contagiadas, por el aire, por medio de animales o mediante elementos que la persona toca, bebe o ingiere. No hay manera de evitar que esto ocurra. Además, la enfermedad evoluciona a un caso grave cuando la persona adquiere alta carga viral siendo, en otro caso, un trastorno leve y superado fácilmente por cada paciente. Por todo esto la enfermedad, aunque muy contagiosa, tiene baja letalidad -menor al 2%- lo cual parece sugerir una mejor respuesta política que se podría aplicar para intentar superar el problema: confinamiento voluntario del grupo de riesgo, precaución social y libertad plena para circular y producir dentro del país.

La libertad para circular y producir tiene dos ventajas principales: la primera es evitar el colapso económico durante la crisis y el segundo es fortalecer el sistema inmunológico de las personas que toman contacto con pequeñas cargas del virus.

Por el contrario, el confinamiento draconiano tiene tres efectos muy dañinos: en primer lugar destroza la economía de las personas confinadas y de todas aquellas actividades en las cuales ellas participan; en segundo lugar deprime el sistema inmunológico de los confinados -por estrés, ansiedad, incertidumbre económica y sanitaria, avance de otras enfermedades y conflictos o violencia doméstica; y en tercer lugar aumenta el riesgo de alta carga viral y contagio letal de los confinados si por algún medio llega el virus al sitio de confinamiento. Así, el confinamiento compulsivo coercitivo genera las condiciones ideales para la explosión y mayor letalidad de la enfermedad dentro del hogar y lugares de encierro.

Pero el efecto más contraproducente de la confinadura, de los encierros compulsivos masivos, es que rompe la misma dinámica biológica encargada de mantener a flote a la especie humana: la coevolución. La humanidad, como especie, ha evolucionado junto a este tipo de virus, contagiosos y poco letales. Estos virus cada tanto se declaran en batalla contra la vida humana. Por estas batallas microbianas permanentes, nuestra especie persiste perfeccionando su sistema inmunológico -su arsenal de defensa- a un ritmo que compensa la letalidad de los virus. Por eso estamos aquí ahora.

La única forma de permanecer en esta lucha, contra este tipo de virus, es que una alta proporción de la población mantenga el contacto natural con pequeñas cargas del patógeno de modo que el sistema inmunológico lo pueda reconocer, enfrentar y finalmente vencer. Llegado este punto, el de la creación de anticuerpos, el sistema inmune de la gran mayoría queda fortalecido y preparado para una nueva embestida del atacante, quien enfrentará nuevas barreras que no podrá atravesar, perderá su virulencia y finalmente desaparecerá porque le será poco probable encontrar un huésped que le permita completar su ciclo y mutar para volver a atacar.

Claramente, el fenómeno coevolutivo es biológico, no numerológico; ignorarlo es una arrogancia fatal que cometen tanto médicos como políticos a la hora de sugerir e implementar sus confinaduras. Las confinaduras impiden que la mayoría de las personas tomen contacto con pequeñas cargas del virus por lo que su sistema inmunológico no se prepara para futuras embestidas del patógeno. Cuando el patógeno de primera generación finalmente completa su infección de primera ola, del primer brote, logra generar una nueva generación de atacantes, mucho más robustos y fortalecidos por superar su prueba de explorar e infectar exitosamente el cuerpo humano. Cuando los atacantes de la nueva cepa se ponen en contacto con las potenciales víctimas previamente confinadas, tienen mucha más probabilidad de infección ya que sus huéspedes están desprotegidos y su poder infeccioso es mayor, con lo cual aumenta su virulencia y letalidad. Es decir, las confinaduras vuelven a las personas más vulnerables y al virus más fuerte y mortal. Un resultado opuesto al que se obtiene por coevolución.

La sociedad debe saber que tanto políticos como sanitaristas están haciendo mal su trabajo. Están llevando a la población humana a un callejón de la muerte, una situación que nunca ocurre en condiciones naturales y que casi con seguridad se llevará millones y millones de vidas humanas que la coevolución puede salvar. La sociedad debe saber que existen alternativas políticas las cuales son opuestas a las confinaduras. La sociedad debe saber que la mejor respuesta es, siempre, la libertad. La sociedad debe saber que los virus son peligrosos y mortales pero también debe saber que el mejor aliado de esa letalidad son los políticos y sanitaristas que aplican su confinadura.
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sábado, octubre 31, 2020

El Reino del Hombre es el Reino de la Propiedad Privada

El Estado es un nido de privilegios en donde los privilegiados deciden sobre la vida, las libertades y propiedades de los demás, en beneficio de ellos mismos según su propios credos e ideologías sin importar los perjuicios que ello ocasiona a la sociedad toda. Cuando desde la institución del Estado, con el afán de beneficiarse ellos y sus socios, los gobernantes interrumpen las acciones productivas, creativas y pacíficas de las personas mediante imposiciones, prohibiciones, confiscaciones o amenazas, provocan daños no solo sobre las personas directamente afectadas sino en toda la sociedad. El Estado se vuelve socialmente dañino porque es la única entidad que puede instituir e imponer ventajas (o privilegios) que siempre tienen alcance global y siempre perjudican a toda la sociedad.

En general, lo que el Estado toca lo vuelve un privilegio, lo vuelve dañino para todas las personas. Ocurre lo contrario con las instituciones voluntarias de la libertad, las instituciones de ausencia de violencia. Todo lo que las personas libres hacen siempre se vuelve beneficioso para toda la vida en sociedad. Las instituciones del libre mercado como la libre moneda, la propiedad privada y la regla de la ley son los fundamentos de la prosperidad humana. Todo intento por anular estas instituciones por parte del Estado y organizaciones violentas han fracasado porque su abolición es equivalente a destruir la riqueza y aniquilar las posibilidad de prosperidad. A pesar de la opresión ejercida desde el Estado, las libertades siempre persisten porque la prosperidad del hombre en sociedad no es posible sin las instituciones de la libertad.

Los comunismos, socialismos y totalitarismos más intensos y radicalizados como los de China, Rusia, Europa del Este y América Latina siempre fracasaron. Los gobernantes de estos regímenes aceptaron la institución de la propiedad privada, no por convicciones de sus miembros sino porque la propiedad privada es la única institución que garantiza prosperidad y elimina la miseria generada por el estatismo, intervencionismo y totalitarismo de sus gobiernos. Obviamente, la propiedad privada da ventajas y beneficios a sus dueños, pero es la única manera de arreglar un sistema productivo que garantice beneficios para la sociedad en su conjunto. El retraso del desarrollo, el estancamiento económico y social, la miseria y la ausencia de prosperidad, sólo devienen por la insistente resistencia que oponen ciertas sociedades a aceptar e implementar la completa vigencia y predominancia del capitalismo, de la institución de la propiedad privada. Cualquier sociedad que entienda esto, podrá salir del estado de postergación en que viven sus habitantes.

Todos aquellos países que desafían y abandonan la predominancia de la propiedad privada de los medios de producción y atacan constantemente al capitalismo, solo cosechan conflictos, pobreza y miseria distribuida en todo su territorio. Muy evidente es el caso actual de Venezuela, que después de 20 años de socialismo bolivariano llevó a su pueblo a condiciones de vida prehumanas, en donde el hambre, el caos, la desolación y la violencia es la regla social reinante. Algo parecido ocurre en Argentina. Argentina, de ser uno de los países más pujantes y prósperos del mundo al inicio del siglo XIX, y luego de una seguidilla de gobiernos totalitarios y anticapitalistas, como el gobierno de Perón y el gobierno actual de la familia Kirchner, pasó a ser una sociedad invadida por conflictos recurrentes que dejó a los Argentino sumidos en la pobreza y la desesperanza, al borde de una nueva Venezuela.

Las instituciones voluntarias de la libertad, como lo es la propiedad privada, son tan beneficiosas para la sociedad que se vuelven inevitables. Forman parte de la condición social humana. Son como un derivado inmediato de la acción humana misma. La prosperidad humana sólo ocurre en ese reino de la propiedad. Sin propiedad privada la estirpe humana estaría extinta. Por ello la propiedad es algo inmediato, evidente y permanente, es nuestra razón de ser social. Si en este momento, por la razón que fuere, se privara al hombre del ejercicio de sus propiedades, eso sería el fin, la aniquilación de la especie humana. Es por esto que la institución artificial del Estado nunca pudo anular las instituciones de la libertad a pesar de su permanente insistencia por hacerlo. La ley de la acción humana nos enseña que El Reino del Hombre es el Reino de la Propiedad Privada.
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martes, octubre 27, 2020

El Estado: El Único Monopolio Maldito

El Estado, definido como el monopolio de la compulsión y la coerción o monopolio de la violencia, es la única institución, la única entidad socialmente reconocida, que tiene el poder de imponer sus dictados y órdenes sobre todos los miembros de una sociedad. El gobierno, su falange instrumental, provee el sustrato básico para que sus ejecutores, los gobernantes, elaboren esos dictados que posteriormente se traducen en órdenes concretas que recaen sobre las acciones y la vida de cada persona en particular. Siendo ese sustrato manufacturado por los propios gobernantes, es inmediato deducir que la existencia social del ser humano transcurre bajo la hegemonía de sus gobernantes, bajo el yugo de una dictadura estatal.

Ahora, la existencia del Estado -una institución artificial- no es una resultante natural de la acción humana voluntaria. Los gobiernos se imponen sobre una sociedad que los arropa, los alimenta y los acepta como una criatura encargada de realizar la más desagradable de las tareas: aplicar y amenazar con aplicar violencia para alcanzar la paz. No obstante tal aceptación, la artificialidad del Estado hasta suena como un oxímoron: aplicar la violencia para alcanzar la no violencia. El Estado se presenta como una coartada, una respuesta necesaria ante una supuesta amenaza de violencia de todos contra todos. Yo diría que se trata de una concepción mediocre, paternalista, acerca de la paz, acerca de los pilares de la sociedad humana. Se dice que el Estado es nuestro padre, es bueno, es nuestro creador, nos protege y nos mantiene; él hace e impone las reglas de convivencia en el hogar, mientras amenaza con y, eventualmente, aplica los castigos para mantener a raya el desorden familiar..

Pero la verdad es que el Estado no es el padre de nadie. No es bueno, no protege ni mantiene a nadie más que a sus propios ególatras, a aquellos que siempre buscan y logran apoderarse de tal institución para, desde esa posición, aplicar toda violencia exigiendo a sus súbditos todo aquello que llene sus apetitos hegemónicos y totalitarios. Visto así, el Estado es una descarnada entidad monstruosa de la cual nadie escapa, a la cual todos obedecen y se someten al servicio de los gobernantes de turno. Esto es así por la implacable lógica de la acción humana misma.

Por su propia naturaleza, el ser humano actúa de modo que sus actos lo llevan a especializarse y dividir el trabajo. Toda organización y todo orden social se inunda invariablemente de acciones de toda clase, altamente especializadas, dentro de las cuales se encuentra la especialidad en liderazgo. Toda actividad humana tiene especialistas en liderazgo, con uno o varios líderes que los demás siguen, entorno al cual los demás ordenan sus acciones. Esta especialización en liderazgo es muy evidente dentro de las divisiones de una empresa, pues sus líderes son muy visibles. Lo mismo pasa en la actividad de gobierno del Estado, en donde surgen líderes en violencia, en compulsión y coerción, y sobreviven aquellos más especializados en agresión y violencia.

La lógica de la acción humana nos muestra que la institución de la violencia promueve y genera liderazgos violentos. La ley de la acción humana lleva a concluir que no hay gobernantes buenos pues todo gobierno se ordena entorno a líderes especialistas en violencia, especialistas en aplicar y amenazar con aplicar la violencia. Los que llegan a esos puestos son los más malvados y violentos a pesar que se presentan como bondadosos y pacíficos. Pedir gobernantes buenos es como pedir peras al olmo. Simplemente todo gobernante es malo, porque la concepción y administración de la maldad es su especialidad más refinada.

¿Qué destino queda para una sociedad que pone una criatura malvada al custodio de la paz? ¿No es esto lo mismo que poner un zorro en el gallinero? Mientras con esta institución se busca preservar la paz, la especialidad de los hombres de Estado es precisamente aplastar libertades aplicando su violencia. La libertad, la ausencia de violencia sobre la vida y la propiedad de las personas, es deliberadamente destruida por el accionar de los gobernantes. ¿No es fallida y autocontradictoria la institución del Estado.? La evidencia empírica nos muestra permanentemente la voracidad y maldad del Estado bajo todo régimen de gobierno. Observe cuán violentos, cuán destructores de propiedades y vidas humanas, cuán hegemónicos y totalitarios se comportan los gobernantes bajo la actual situación de confinamiento compulsivo coercitivo en todo el mundo, en donde cada democracia se ha vuelto una dictadura representativa, una confinadura permanente.!

A la larga, los más violentos toman el control del Estado y cuando eso sucede, los hombres de Estado no son garantes de la paz; por el contrario, son destructores de la paz porque desde esa posición aplican toda clase de violencias sobre los demás. No es la naturaleza monopólica de esta clase de liderazgos lo que vuelve efectivamente dañino a los violentos. Pues al final de cuentas, toda sociedad contiene una miríada de monopolios voluntarios atomizados -in extremis- de los que esencialmente consiste todo orden social avanzado formando la base de la prosperidad humana mientras ningún monopolio maligno se afianza atomizadamente. Los violentos del gobierno se vuelven efectivos sólo por la naturaleza institucional que adquiere su especialidad, institución ésta que los cobija, los arropa, los mantiene y empodera. Esa institución es El Estado: El Único Monopolio Maldito.
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domingo, octubre 18, 2020

El Desastre de los Bloqueos

Incluso los Funcionarios de la OMS Admiten Ahora que los Bloqueos son Políticas Extremas con Resultados Desastrosos
Por Ryan McMaken

La semana pasada, el Dr. David Nabarro de la Organización Mundial de la Salud admitió que los encierros han sido devastadores para gran parte del mundo, y señaló que “los encierros solo tienen una consecuencia que nunca, nunca debes menospreciar, y que está haciendo que la gente pobre sea muchísimo más pobre." Nabarro pasó a enumerar varios ejemplos del daño económico causado por los bloqueos:
Mire lo que les ha sucedido a los pequeños agricultores de todo el mundo. Mire lo que está pasando con los niveles de pobreza. Parece que bien podríamos duplicar la pobreza mundial para el próximo año. Bien podríamos tener al menos una duplicación de la desnutrición infantil.
Nabarro también le recordó a su audiencia que los bloqueos no harán desaparecer al covid-19, empleando la lógica del bloqueo que se usó en los primeros días del pánico del covid-19. En otras palabras, los bloqueos no hacen que las enfermedades desaparezcan:
La única vez que creemos que un bloqueo está justificado es para ganar tiempo para reorganizar, reagrupar, reequilibrar sus recursos, proteger a sus trabajadores de la salud que están agotados, pero en general, preferimos no hacerlo.
Estos comentarios fueron seguidos esta semana por comentarios adicionales del Dr. Hans Kluge de la OMS, quien afirmó que los encierros solo deberían ser un "muy, muy último recurso" debido a los efectos en poblaciones más vulnerables. Según Kluge (resumido por CNBC):
Cualquier bloqueo nacional debe considerar los riesgos directos y los “daños colaterales” asociados con la pandemia, como el impacto en la salud mental, la violencia doméstica de género y el impacto en los estudiantes.
Kluge y Nabarro ciertamente no son los primeros funcionarios de organizaciones gubernamentales de salud que han llamado la atención sobre los efectos económicos y mortales desastrosos de los cierres. Gerd Müller, que supervisa los problemas de pobreza global para el gobierno alemán, dijo el mes pasado al Handelsblatt, un periódico alemán, que "muchas más personas morirán por las consecuencias del cierre que por el virus". Continuó prediciendo el próximo número de muertos: "Solo en el continente africano, esperamos 400.000 muertes adicionales por malaria y VIH este año, así como medio millón más que morirán de tuberculosis".

Como suele ocurrir, a las partes más pobres del mundo les va peor que a las más ricas. Por lo tanto, la devastación económica cosechada por los cierres de empresas y los cierres forzosos pondrá en peligro aún más vidas en África, América Latina y el sur de Asia que en el caso de los países ricos de Occidente.

Pero, como hemos señalado aquí en mises.org, Occidente no es inmune a los efectos negativos. Incluso antes de la recesión actual, sabíamos que el empobrecimiento y el desempleo conducen a una mayor mortalidad por una variedad de causas, incluidas las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares. Con el aislamiento impuesto, además de la carnicería económica, se producen muertes por suicidios, sobredosis de drogas y afecciones médicas no tratadas.

Estas últimas admisiones del personal de la OMS representan una admisión a regañadientes de que los funcionarios de salud actuaron sin pruebas ni una consideración de los costos cuando exigieron cierres con poca consideración por los efectos. Sin embargo, estas admisiones no deben interpretarse como un cambio radical. No debemos esperar que ningún funcionario entregue realmente sus prerrogativas para cerrar coercitivamente las economías y obligar a la gente a entrar en sus hogares utilizando personal policial y militar. Los burócratas, por supuesto, disfrutan de este tipo de poder.

Pero ahora se ha vuelto tan obvio que los efectos secundarios de los bloqueos son tan peligrosos y tan destructivos que el no admitir al menos esto haría que los funcionarios parecieran completamente desconectados de la realidad.

Pero el reciente cambio de tono representa, no obstante, un cambio en la retórica.

De "15 días", al bloqueo "indefinidamente"

En marzo y abril, los gobiernos de los Estados Unidos y de todo el mundo se apoderaron de nuevos e importantes poderes de emergencia e impusieron "cierres" a nivel nacional y órdenes de quedarse en casa. El estribillo fue "15 días para frenar la propagación". Pero, por supuesto, los bloqueos no se detuvieron allí.

Poco a poco, la idea de que los bloqueos podrían evitar que los hospitales se vean abrumados se transformó en la falsa noción de que los bloqueos pueden hacer que las enfermedades desaparezcan de alguna manera. La prensa usaba titulares que decían que los encierros "derrotaban" la enfermedad, y los reporteros afirmaban que el distanciamiento social "detendría este virus". Otros "expertos" y expertos del gobierno afirmaban que los bloqueos nunca podrían levantarse hasta que haya una vacuna disponible.

Anthony Fauci, por ejemplo, afirmó que no se podría permitir una reducción de los encierros hasta que "esencialmente no haya casos nuevos, ni muertes durante un período de tiempo". Dado el problema generalizado de los falsos positivos, lo que esto realmente significa es que los bloqueos nunca se pueden reducir.

Hay pocas dudas de que los gobiernos que escucharon a personas como Fauci hubieran preferido imponer bloqueos indefinidos. Hemos visto el ideal, desde la perspectiva de los políticos, en el trabajo en Australia, donde los ciudadanos sufren bajo las estrictas reglas de encierro, la policía arresta a los ciudadanos por expresar su oposición a los encierros y hostiga a las ancianas por sentarse en los bancos del parque. La policía también rompe las ventanas de automóviles y arrastra a los conductores a la calle por no poder presentar documentación especial que les permita salir de sus hogares.

Afortunadamente, pocos gobiernos han podido lograr estas atrocidades cometidas en Australia. En muchos países, esta incapacidad de obligar a todos a entrar en sus hogares se debe a una simple necesidad económica. En las economías más pobres, gran parte de la población vive al día y sin programas de bienestar sustanciales. Simplemente no es plausible esperar que un comerciante de nivel de subsistencia en México se siente en casa y literalmente muera de hambre para cumplir con una orden de quedarse en casa. En Argentina, por ejemplo, los bloqueos no han logrado nada más que un empobrecimiento masivo a medida que aumentan las muertes. Perú enfrenta un destino similar a pesar de que el gobierno de la nación fue elogiado por sus tempranas y severas medidas de bloqueo. Perú tiene ahora uno de los peores registros de muertes totales per cápita.

Al menos, la experiencia ilustra los peligros de permitir que los médicos y epidemiólogos controlen las políticas públicas. Estos "expertos", que aparentemente tienen poco o ningún conocimiento sobre cómo funcionan las economías o cómo se hacen cumplir las leyes, se obsesionaron con la idea de abordar una sola enfermedad ignorando prácticamente todas las demás consideraciones. Estos científicos exigieron que sociedades enteras adopten tácticas radicales, extrañas y experimentales que no estaban probadas y que los investigadores anteriores habían descartado durante mucho tiempo como demasiado costosas. Desafortunadamente, muchos políticos escucharon y el costo en vidas humanas y pobreza continuará aumentando.
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domingo, octubre 11, 2020

Los Principios de Justicia Rawlsianos son Falsos

Según John Rawls, al elaborar una teoría de justicia social, emergen dos principios de justicia. Para derivar estos principios, Rawls apela a la construcción imaginaria de un grupo social integrado por personas invariablemente egoístas e igualmente ignorantes. Dado este punto de partida, los principios rawlsianos dicen: 1) principio de igual libertad (igualdad): cada persona tiene igual derecho a las más extensas libertades compatibles con similares libertades para todos; 2) principio de diferencia (maximin): las desigualdades sociales y económicas deben organizarse de modo que (a) beneficien al máximo a las personas menos favorecidas, y (b) estén adscritas a los cargos y puestos abiertos a todos en condiciones de igualdad de oportunidades. Un lector ingenuo, puede adherir de un solo vistazo a estos principios. Pero un observador sofisticado se ve obligado a contrastarlos con los hechos y la lógica estricta.

Cuando se examina la veracidad de una teoría -un complejo de enunciados que describen o predicen hechos o concepciones- lo primero es verificar la consistencia o coherencia interna de sus enunciados fundamentales, o sea si ellos mismo no son autocontradictorios. Un enunciado resulta autocontradictorio si no se cumple cuando se aplica a sí mismo. Este es precisamente el test no superado por el primer principio de Rawls. Es decir, al verificar la consistencia interna, uno se lleva la sorpresa de que el primer principio de justicia es injusto en sí mismo. ¿Es justo el primer principio de justicia?.

¿Qué ocurre si alguien del grupo rawlsiano, formado por personas invariablemente egoístas e igualmente ignorantes, intenta no adherir al primer principio?

En primer lugar, si esa persona no tiene tal derecho (el de adherir o no hacerlo) pues entonces ninguna persona lo tiene porque se supone similaridad de derechos entre todos. Pero para las personas que adhieren es irrelevante el derecho a no adherir por lo que las libertades de los que adhieren y de los que no adhieren son distintas. La similaridad solo se alcanza al incorporar la libertad de adhesión, pero como esta libertad no está se concluye que tal complejo de libertades no es el más amplio. Lo cual se contradice con el principio. Esta contradicción viene de negar la libertad de adhesión. Observe que, por definición, la posibilidad de no adherir a este principio nunca puede ser incompatible con similar libertad para todos ya que los que adhieren preservan la libertad a no hacerlo. La persona que no adhiere al principio tiene dos posibilidades: o queda fuera de la totalidad -queda excluida de la sociedad- lo cual no puede ser un acto de justicia para todos; o es obligada a aceptarlo en contra de su voluntad con lo cual las supuestas libertades no son similares para todos. En ambos casos el principio es injusto si la exclusión o la desigualdad de libertades son indicadores de injusticia. Entonces se puede concluir que la negación de la libertad de adhesión es un cercenamiento que en todo caso presupone limitación de libertades, lo cual contradice la supuesta amplitud e igualdad postuladas por el principio mismo.

En segundo lugar, si la persona sí tiene ese derecho -con lo cual todos lo tienen- pues entonces, cumpliendo así con el supuesto de amplitud e igualdad, las personas que no adhieren no lo reconocen como un principio de justicia, por lo cual no puede ser un principio para todos los miembros igualmente egoístas e ignorantes que integran esa sociedad rawlsiana. Lo cual se contradice con el principio. Esta contradicción surge al reconocer la libertad de adhesión. Resulta entonces que se trata de un principio sólo para los que adhieren al mismo. Se puede concluir que una aceptación de la libertad de adhesión, termina desintegrando esa supuesta totalidad postulada por el principio mismo.

Las ambigüedades contenidas en el primer principio dispersan el germen de la contradicción. Las nociones rawlsianas de amplitud y similaridad de libertades son tan arbitrarias que chocan con esa supuesta totalidad de personas en donde el principio se aplica. Arbitrarias quiere decir que no hay razones contundentes definitivas sobre su importancia y significancia dentro del enunciado; lo que importa y significa no queda completamente especificado. Y por esto, la relevancia del principio exige un acuerdo previo de su aceptación entre los miembros del grupo donde se pretende aplicar; así se degrada su categoría epistemológica y se abren las puertas para que ingresen contradicciones al ser considerado como un principio universal.

El primer principio de justicia de Rawls, no supera la prueba de consistencia interna. Es inconsistente, genera una paradoja cuando se intenta verificar su estatus de justicia. Entonces, ningún sistema de justicia social derivado de los principios de Rawls constituye garantía de justicia para esa sociedad embriagada de egoísmos y enceguecida por ignorancias. Dada esta inconsistencia, no vale la pena analizar la consistencia del segundo principio, aunque es trivial demostrar que contradice al primero. El primer principio de justicia de Rawls sobrevive sólo como un mero experimento mental paradójico.

Por lógica, y sentido común, una sociedad justa no surge cuando sus miembros reconocen y aplican los principios rawlsianos sino cuando ellos aceptan el hecho, innegable, de que las civilizaciones pacíficas -regidas por la no agresión- emergen en aquellas circunstancias en donde las personas viven en libertad absoluta. Las libertades son las libertades, no son ni más ni menos amplias, ni más ni menos similares. Las libertades son o no son agredidas. Cualquier noción de amplitud o similaridad de libertades es ambigua y arbitraria, porque tal noción nunca puede ser precisa y universal a la vez. Un principio de justicia no puede ser innegablemente justo si se funda en nociones ambiguas y arbitrarias sobre la libertad. Se sabe que existe un dominio dentro del cual cada ser humano es absolutamente libre y ese dominio es el de no agresión de las libertades de los demás; resulta innegable que cualquier agresión a las libertades dentro de tal dominio es injusto, bajo la certeza de que dicha agresión es observable y concreta.

Las agresiones a la libertad son el indicador de injusticias. Mientras un indicador de justicia se vuelve una quimera, un indicador de injusticias es observable y concreto si se mide por las pérdidas de libertades. Cualquier violación a las libertades que son de dominio estricto de una persona como lo son su cuerpo, su vida, sus dones o virtudes, sus bienes, sus relaciones con los demás, sus creencias, sus valores, sus ideas, sus expresiones, su proyecto de vida en general- constituye el incio de injusticias observables y evidentes para todos los miembros que viven en sociedad; ellos deben lidiar para prevenir y corregir estos actos de injusticia, de agresiones a las libertades, ellos deben acotar estas agresiones sabiendo que tal sociedad es un siempre cambiante reino de desiguldades y un continuo fluir de información y oportunidades, en donde las igualdades e ignorancias rawlsianas son irrelevantes. La prosperidad y las riquezas se desparraman autónomamente entre los integrantes que conviven bajo esta máxima libertaria, y este resultado nunca puede ser inferior al alcanzado bajo los principios rawlsianos sobre la libertad y la justicia.

La justicia rawlsiana es un ejercicio mental defectuoso. Parte de su defecto se debe a que “Los Principios de Justicia rawlsianos son Falsos”.
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viernes, septiembre 11, 2020

La Última Frontera de las Criptomonedas

Desde que Satoshi Nakamoto publicó su paper Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System, en Septiembre del 2008, se abrió el camino por donde aún transita el gran desafío que enfrenta la humanidad toda, que es recuperar la moneda y restituir su control a sus verdaderos dueños: las personas que viven, producen e intercambian sus logros libremente y en paz. Pero después de 11 años con Bitcoin ¿Seguimos aún en el mismo camino? ¿Estamos enfocados en el mismo propósito?. Intentaré responder estas interrogantes de manera indirecta.

Ya sabemos que los Estados, y sus gobiernos, se apoderaron de la moneda para desde esa posición, hegemónica y totalitaria, degradarla hasta convertirla en un sustituto ficticio, que se manufactura de la nada y se llama papel fiduciario o moneda fiduciaria. El banco central, y la red de sistemas bancarios, es el instrumento monopólico mediante el cual los Estados imprimen y distribuyen esas pseudo monedas cuyo empleo se impone a toda la población. El Estado manda al banco central a imprimir ese papel y, en la primera entrega compulsiva coercitiva del mismo, exige algo valioso a cambio. Ese primer intercambio impuesto por los gobernantes es lo que se denomina: algo por nada (obtener algo entregando nada), siendo el Estado la única entidad social que puede hacer este negocio. Pero como si ese acto fraudulento coercitivo no alcanzara, el Estado obliga a sus compatriotas a mantener en el sistema bancario, los remanentes que a ellos les queda de ese papel fiduciario luego de pagar impuestos que el mismo Estado les exige para así cubrir sus costos operativos -de mantener este negocio en funcionamiento. El Estado logra de este modo, apropiarse de absolutamente toda la riqueza de las personas. La moneda fiduciaria se vuelve la institución comunista/socialista por excelencia, que permite al Estado quedarse con todo.

La moneda fiduciaria pone en marcha un gigantesco y sofisticado mecanismo de transferencia de riquezas desde las personas que se esfuerzan y producen algo valioso, hacia un grupo hegemónico, quienes obligan al resto a aceptar, mediante acciones compulsivas coercitivas del Estado, un papel carente de valor alguno. Este es el negocio que gobernantes perversos y malignos hacen, desde los Estados, con su población, a la cual someten y explotan.

Así es el monstruo que Satoshi Nakamoto pudo ver al momento de lanzar su apuesta con Bitcoin. Satoshi sabía, y sabe, que esa batalla era, y es, un duelo a muerte del cual solo queda un sobreviviente. Satoshi vió y entendió que enfrentarse a ese poder totalitario, que ejerce la maldad a discreción sobre toda sociedad, exige esa talla de desafíos. Vencer esa impotencia de hombres libres y pacíficos enfrentados a semejante barbarie requiere de una apuesta insuperable. Bitcoin, junto a toda la constelación de criptomonedas, es eso: una apuesta a todo o nada.

Desde el lanzamiento de Bitcoin, el 2 de Enero del 2009, pasaron muchas cosas. Pero lo más importante que ocurrió es que ese protocolo de Bitcoin permitió, no solo mejorarlo, sino dar origen a nuevos protocolos, similares e igualmente seguros y robustos. Hoy en día se tienen aproximadamente unas 5 mil criptomonedas y cientos de miles de aplicaciones funcionando bajo el esquema p2p fuertemente encriptado similar al propuesto por Satoshi Nakamoto. Siendo esta característica, la fuerte encriptación p2p, lo que vuelve a las criptomonedas, y sus aplicaciones, totalmente independientes del poder hegemónico de los Estados.

Este logro de independencia resulta ser la primera estocada sangrante propinada por Bitcoin al sistema fiduciario: el esquema p2p cifrado actual permite generar cadenas, bases de datos, con registros inmutables; permite registrar propiedad e intercambios de propiedad de manera segura, anónima, y estrictamente no intervenible por los gobernantes. Es decir, la propuesta de Satoshi logra crear registros de posesión, pagos y transacciones (cambio de posesión) que son de completo dominio personal, en donde el Estado no puede ingresar.

¿Existen huecos por donde podrían penetrar las garras de los gobernantes? Sí. Claro que sí. Pero sólo hay dos puntos vulnerables.

La primera es una vulnerabilidad al intervencionismo. Los Estados pueden intentar regular las criptomonedas y eventualmente prohibir su uso. Pero esos intentos intervencionistas serán esencialmente infructuosos, porque el propio esquema p2p cifrado no permite impedir que dos partes, que intercambian criptoactivos, acuerden entre ellos convalidar esas transacciones; esto siempre permanece en un ámbito libre de intermediación. La única forma de impedir este intercambio sería anulando internet, lo cual es impracticable para cualquier gobierno actual; con lo cual, ninguna censura se vuelve efectiva en la práctica. Pero aún suponiendo que la censura de internet fuera posible, ya sabemos que, por el principio de entrelazamiento de la mecánica cuántica, internet dejará de existir tal como la conocemos y pasará a ser casi una extensión más de las habilidades y aptitudes, estrictamente personales, que poseen los seres humanos para comunicarse: sólo bastará un dispositivo y un software para conectarse a otro dispositivo -con el mismo software- al momento de intercambiar información. Los gobernantes saben que esta batalla está perdida para ellos porque internet pasará a ser una anécdota tecnológica del pasado.

La segunda vulnerabilidad es precisamente el cifrado del esquema p2p. Dada la supremacía cuántica, en principio es posible atacar efectivamente el cifrado actual, y alterar la base de datos, a pesar de que tal ataque es hoy por hoy muy costoso y económicamente inviable. Con esta posibilidad técnica, los gobernantes podrían lanzar un ataque masivo sobre ciertas cadenas de criptomonedas con el propósito de socavar la seguridad y privacidad de las mismas, lo cual sería un golpe duro al prestigio y reputación del esquema de Satoshi. Pero los seguidores de Satoshi estamos varios pasos por delante de los sabuesos del Estado y en este momento, por esos mismos principios de la mecánica cuántica, está casi lista la resistencia cuántica en las cadenas p2p. Luego, un ataque cuántico, sino imposible, será a costa de pérdidas económicas incalculables para los atacantes. Por esto, la vulnerabilidad cuántica casi no existe.

Tapados estos dos huecos por donde pueden entrar los Estados, toda esta movida masiva de las criptomonedas se vuelve incontenible. Por lo cual, la extensión del esquema de Satoshi resulta inevitable. La inevitabilidad, es la segunda estocada profunda que Satoshi le propina al esquema fiduciario centralizado impuesto por los gobernantes. Así, no solo se despeja y amplía el camino trazado originalmente sino también queda más claro y cercano el horizonte: los Estados, y sus gobernantes, perderán el control hegemónico de la moneda y se quedarán sin el instrumento que emplean para someter y saquear a sus pares.

Bitcoin y las criptomonedas, hoy están librando una última gran batalla interna que tendrán que superar: la barrera de la escalabilidad. Actualmente, Bitcoin posee una capacidad, a bloque lleno, para procesar 5 transacciones por segundo (5 txs/seg). Ethereum, un seguidor cercano de los pasos de Bitcoin, puede llegar a procesar 10 txs/seg. El resto de criptomonedas también posee limitaciones de escala. Esto contrasta con las demandas de procesamiento de transacciones soportadas actualmente por el esquema fiduciario. En una economía desarrollada como la de Alemania o la de Estados Unidos, hoy se procesan 10 pagos por segundo por millón de habitantes (10 pgs/seg/Mh). Claramente ni Bitcoin ni todas las criptomonedas juntas pueden equiparar estos valores. Bitcoin por sí mismo solo llega a cubrir las demandas de pago de medio millón de personas. Y este problema se acentúa aún más al suponer que los pagos sólo representas el 1% de las demandas transaccionales.

Entonces, ¿cuál es el tamaño del desafío que enfrentan las criptomonedas para alcanzar una escala equiparable a la del sistema fiduciario? Veamos. Para cubrir las demandas de pago en una población con 100 Mh (100 millones de habitantes) se requieren 200 cadenas como la de Bitcoin funcionando a bloque lleno. Y si extendemos esto a 10000 Mh, suponiendo que toda la población mundial alcanza un nivel de economía desarrollada, se necesitan 20 mil cadenas como la de Bitcoin funcionando a bloque lleno, para cubrir sólo las demandas de pagos. Al extender esto a todas las transacciones, se requieren unas 2 millones de cadenas como la de Bitcoin para cubrir las demandas transaccionales de todo un mundo desarrollado.

Es decir que el desafío de la escalabilidad difícilmente se logre resolver, en lo inmediato, con una única cadena. Bitcoin no puede escalar a una capacidad para procesar y registrar 10 millones de transacciones por segundo; su base de datos descentralizada se tornaría inmanejable. Tampoco podrían hacerlo las demás criptomonedas. Entonces, la única salida que queda es, lo que ha funcionado hasta ahora, la multiplicidad. El desafío de la escalabilidad se resuelve con la multiplicidad de cadenas. Lo que va ha ocurrir es eso: cientos de miles de cadenas, cada una con sus nodos p2p quantum resist administrando bases de datos descentralizadas para atender los requerimientos de procesamiento de transacciones que, a su vez, irán creciendo con el tiempo. Esta es La Última Frontera de las Criptomonedas.
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sábado, septiembre 05, 2020

Bastiat & Mises

Para Bastiat, la vida es la completa manifestación de la personalidad del ser humano, la libertad es el pleno ejercicio de las aptitudes humanas derivadas de esa personalidad, mientras que la propiedad es la plena disposición de los frutos obtenidos por ese pleno ejercicio de las aptitudes derivadas de la personalidad. Como se ve, para Bastiat, perturbar o anular la propiedad es equivalente a restringir o eliminar la libertad, lo cual equivale a obstruir o aniquilar la vida. Si se acotan estas agresiones, el hombre podrá prosperar indefinidamente. Por esto, la organización para la autodefensa en contra de esas perturbaciones o agresiones se vuelve el prerrequisito inmediato para la prosperidad humana, dice Bastiat.

El hombre es un ser natural, forma parte de la naturaleza. La existencia, la vida de un ser humano, es un regalo de la naturaleza. La naturaleza le da la vida al hombre y la posibilidad de ser libre y disfrutar de sus logros. Para ello, la naturaleza también le ofrece un medio, un entorno externo, en el cual el ser humano puede intervenir, actuar y dominarlo para su propio beneficio. En ese medio, en ese entorno, hay otros hombre con los cuales cada ser humano puede interactuar para potenciar esas posibilidades de generar beneficios, siendo esas interacciones lo que permite a toda la humanidad construir civilizaciones complejas y prosperidad duradera.

Con sólo la naturaleza no alcanza, porque la naturaleza es muy estricta con la vida humana. La competencia biológica es cruel. Es en el contexto de la vida social, de las relaciones interpersonales en donde se puede expresar toda esa potencia de la vida, la libertad y la propiedad como instrumentos para alcanzar la plenitud. Es mediante esas relaciones interpersonales, de intercambio, de ahorro-inversión, de producción-consumo, de compra-venta, de beneficios mutuos entre personas, que la humanidad toda se proyecta hacia un futuro de prosperidad y grandeza.

Es aquí donde ingresa Mises, para completar las ideas sobre la vida, la libertad y la propiedad de Bastiat. La vida humana, dice Mises, se vuelve factible y próspera en el contexto de las cada vez más y más intensas relaciones interpersonales. La libertad y la propiedad surgen y fructifican ahí. El hombre es libre y puede disponer de sus logros en un contexto determinado por leyes, no escritas por los hombres, que rigen toda la acción humana. Mises llamó a estas leyes: leyes praxeológicas. Toda sociedad humana que vive conforme a estas leyes, se vuelve invariablemente próspera, dice Mises.

Los seres humanos viven conforme a esas leyes, sólo si viven en paz y en libertad. Vivir conforme a esas leyes presupone la ausencia de violencia de todos contra todos, pero también presupone la ausencia de restricciones sobre los modos de acción pacífica de cada ser humano. Vivir conforme a esas leyes presupone que cada ser humano dispone plenamente de sus logros, dispone plenamente de sus propiedades. El corolario de su observancia es la prosperidad perpetua. Al constituir civilizaciones, la observancia de estas leyes explicadas por Mises presupone la predominancia de la paz, la libertad y la propiedad explicadas por Bastiat. Estas leyes son el puente que permite entender la máxima de Bastiat bajo los términos de Mises. Y por esto, más que Bastiat vs Mises, a la hora de explicar el fenómeno de la prosperidad humana, es mejor la combinación: Bastiat & Mises.
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viernes, septiembre 04, 2020

La Historia como Carrera entre el Poder Social y el Poder Estatal

From: Anatomy of the State
by: Murray N. Rothbard

Así como las dos interrelaciones básicas y mutuamente excluyentes entre los hombres son la cooperación pacífica o la explotación coercitiva, la producción o la depredación, la historia de la humanidad, particularmente su historia económica, puede considerarse como una contienda entre estos dos principios. Por un lado, hay productividad creativa, intercambio pacífico y cooperación; por el otro, el dictado coercitivo y la depredación sobre esas relaciones sociales. Albert Jay Nock llamó felizmente a estas fuerzas enfrentadas: "poder social" y "poder del Estado".41


El poder social es el poder del hombre sobre la naturaleza, su transformación cooperativa de los recursos de la naturaleza y su comprensión de las leyes de la naturaleza, en beneficio de todos los individuos participantes. El poder social es el poder sobre la naturaleza, el nivel de vida alcanzado por los hombres en intercambio mutuo. El poder del Estado, como hemos visto, es la toma coercitiva y parasitaria de esta producción, un drenaje de los frutos de la sociedad en beneficio de gobernantes no productivos (en realidad, antiproductores). Mientras que el poder social es el poder de los hombres sobre la naturaleza, el poder del Estado es el poder de los gobernantes sobre el hombre.

A lo largo de la historia, las fuerzas productivas y creativas del hombre han forjado, una y otra vez, nuevas formas de transformar la naturaleza en beneficio del hombre. Éstos han sido los tiempos en que el poder social se ha adelantado al poder del Estado, y cuando el grado de usurpación del Estado sobre la sociedad ha disminuido considerablemente. Pero siempre, después de un lapso de tiempo mayor o menor, el Estado se ha movido hacia estas nuevas áreas, para paralizar y confiscar el poder social una vez más.42 Si los siglos XVII al XIX fueron, en muchos países de Occidente, tiempos de aceleración del poder social, y un consecuente aumento en la libertad, la paz y el bienestar material, el siglo XX y el inicio del siglo XXI ha sido principalmente una época en la que el poder del Estado se ha ido poniendo al día, con la consiguiente reversión a la esclavitud, la guerra y la destrucción.43

En este momento, el género humano se enfrenta, una vez más, al reinado virulento del Estado, del Estado ahora armado con los frutos de las facultades creativas del hombre, confiscado y pervertido para sus propios fines. Los últimos siglos fueron tiempos en los que los hombres intentaron poner límites constitucionales y de otro tipo al Estado, solo para descubrir que esos límites, como con todos los demás intentos, han fracasado. De todas las múltiples formas que han tomado los gobiernos a lo largo de los siglos, de todos los conceptos e instituciones que se han ensayado, ninguna ha logrado mantener bajo control al Estado. Evidentemente, el problema del Estado está más lejos de solución que nunca. Quizás deban explorarse nuevos caminos de investigación, si se quiere llegar alguna vez a la solución final y exitosa de la cuestión del Estado.44



41.
Sobre los conceptos de poder estatal y poder social, véase Albert J. Nock, Our Enemy the State (Caldwell, Idaho: Caxton Printers, 1946). Véase también Nock, Memoirs of a Superfluous Man (Nueva York: Harpers, 1943) y Frank Chodorov, The Rise and Fall of Society (Nueva York: Devin-Adair, 1959).
42.
En medio del flujo de expansión o contracción, el Estado siempre se asegura de apoderarse y retener ciertos "puestos de mando" cruciales de la economía y la sociedad. Entre estos puestos de mando se encuentran el monopolio de la violencia, el monopolio del poder judicial supremo, los canales de comunicación y transporte (correos, carreteras, ríos, rutas aéreas), el agua de regadío en los despotismos orientales y la educación, para moldear las opiniones de sus futuros ciudadanos. En la economía moderna, el dinero es el puesto de mando fundamental.
43.
Este proceso parasitario de "ponerse al día" ha sido proclamado casi abiertamente por Karl Marx, quien reconoció que el socialismo debe establecerse mediante la toma del capital previamente acumulado bajo el capitalismo.
44.
Ciertamente, un ingrediente indispensable de tal solución debe ser la ruptura de la alianza intelectual y estatal, mediante la creación de centros de investigación y educación intelectual, que serán independientes del poder estatal. Christopher Dawson señala que los grandes movimientos intelectuales del Renacimiento y la Ilustración se lograron trabajando fuera de las universidades atrincheradas y, a veces, contra ellas. Esta academia de las nuevas ideas fue establecida por patrocinadores independientes. Véase Christopher Dawson, The Crisis of Western Education (Nueva York: Sheed y Ward, 1961).
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martes, septiembre 01, 2020

Los Protectores Malignos de la Paz

En sus inicios, al desprenderse de sus ancestros prehumanos, los seres humanos no eran libres. Si bien un humanoide primitivo podía vivir casi aislado e independiente tanto mental como económicamente, de manera autosuficiente junto a su familia, su atisbo de libertad desaparecía al cruzarse en el camino con un ser más inteligente y más fuerte que él. En tal caso, su única libertad remanente era la rendición incondicional o la aniquilación. Esa es la condición natural inicial del hombre: la cruel competencia biológica, la ausencia de libertad y el dominio de la violencia de todos contra todos. Leer Todo .
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lunes, junio 08, 2020

Carta Abierta al Poder Judicial de la Nación Argentina

PETICIÓN

Munido de los derechos y obligaciones que competen a todo Ciudadano de la Nación Argentina, se solicita a la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina su inmediata intervención para exigir a las autoridades del Poder Ejecutivo Nacional y poderes ejecutivos provinciales y locales, a respetar la Constitución Nacional, a suspender de inmediato las medidas de confinamiento coercitivo adoptadas sobre los ciudadanos de La Nación y a levantar los bloqueos arbitrarios impuestos, sobre los mismos, para circular, comerciar, producir e industrializar libre y pacíficamente en cualquier lugar del Territorio Nacional.

FUNDAMENTOS

Actualmente, las autoridades ejecutivas del Gobierno Argentino (Nacional, Provinciales y Locales) decretan y aplican medidas de confinamiento compulsivo-coercitivo y bloqueo económico, basándose en recomendaciones políticas plagadas de ignorancias técnicas sobre la infección por el rna-virus SARS-CoV-2 -como lo es la coinfección, la comorbilidad o las causas últimas de muerte- y falacias sociales y económicas -como lo es la supuesta propagación del virus asociada a la circulación de las personas (asintomáticas) y sus actividades productivas y comerciales-. Además, al decretar e implementar esas políticas, no se consideran aspectos epidemiológicos ya conocidos de la enfermedad como lo son la muy baja mortalidad, la rapidez de recuperación de los infectados, la respuesta inmunológica de las personas, la baja mutabilidad del virus, el deterioro de su potencia infecciosa por la barrera de asintomáticos, la inconsistencia entre control de la enfermedad y contagios por tandas, la peligrosa coordinación entre propagación y confinamiento, estado sanitario inicial de las personas que fallecen, y la evidente asociación entre confinamiento y persistencia de la enfermedad, mientras todo el panorama empeora por el estado calamitoso de los sistemas fraudulentos de salud pública que se vuelven centros de contagio y propagación del virus.

La implementación de políticas sanitarias basadas en esta mezcla de ignorancias e inobservancias de la verdad, no sólo impide aplicar las verdaderas medidas preventivas sino que lleva a confundir muerte con coronavirus con muerte por coronavirus, a falsificar las causas de muerte y a generar una situación de incertidumbre y pánico entre la población, mediante lo que podrían llamarse actos de terrorismo sanitario impulsados desde el Estado. Ignorancia e inobservancia de la verdad sumadas a la mala intención dentro de la mente arrogante y perversa de gobernantes aplicando políticas totalitarias, generan las condiciones para un cataclismo de destrucción económica y social sin precedentes. Estos actos de terrorismo aplicados por el Estado podrían llevar a la Argentina a una caída del 30% anual de su producción total, un avance del desempleo a niveles del 50% de la población activa y una explosión de la pobreza por encima del 70% de la población. Todo esto se vuelve desesperante en el muy corto plazo.

En consecuencia, las medidas de confinamiento coercitivo y bloqueo económico arbitrario impuestas, ambas, compulsivamente sobre nuestra población, no sólo expresan un carácter totalitario del proceder ejecutivo de los gobernantes, sino que simultáneamente provocan incalculables daños a la economía y la salud de cada ciudadano y significan violaciones flagrantes al derecho natural que cada habitante Argentino posee a desarrollar su vida y sus actividades de manera libre y pacífica. Adicionalmente, estas medidas no solo perjudican la vida, la salud y las propiedades de cada persona sino que también conducen a la desintegración de la propia sociedad Argentina.

Una persona que transita por la vía pública, con los recaudos pertinentes en todo sentido, con el propósito de desarrollar actividades productivas o recreativas, no representa ninguna amenaza a la vida, la salud o los bienes de los demás. Una persona que viaja en su propio vehículo no conlleva otro peligro para sus compatriotas, más que aquellos inherentes al mismo hecho de circular en vehículo.

Suponer que una persona que circula, produce, compra o vende es portadora de una enfermedad contagiosa, prohibirle circular y bloquear sus acciones mediante decisiones políticas, expresa la más absoluta torpeza de los gobernantes, lo cual es inadmisible en la sociedad contemporánea. La supuesta amenaza a esa ambigua noción de salud pública, por el solo hecho de circular y mantenerse activo, no constituye amenaza real; una supuesta amenaza es sólo eso, una conjetura, algo no basado en prueba alguna, algo que no ocurrió y por lo tanto no existe. La coordinación de la acción humana en la sociedad no se basa en supuestas amenazas de sus miembros; si lo hiciere, no existiría tal sociedad. En un Estado de derecho, los impedimentos a moverse, producir, comerciar y desarrollar la vida con normalidad basados en supuestas amenazas son equivalentes a una condena basada en el juicio arbitrario de un tirano; es un acto de absoluta injusticia. Nuestra Constitución Nacional no permite condena sin delito debidamente probado. El confinamiento coercitivo y el bloqueo arbitrario impuestos sobre las personas equivalen a una condena sin el debido proceso.

Los padres fundadores de la Patria eran conscientes de los peligros derivados de la compulsión y la coerción ejercidas por los gobernantes. En alguna medida ellos buscaron aislar y alejar esos peligros enumerando, literalmente, algunos derechos fundamentales de los ciudadanos y proponiendo una manera de preservarlos. Esto quedó escrito en la Constitución Nacional. Son estos derechos, los que hoy fueron suspendidos por un confinamiento que parece no tener fin.

En el Artículo 14 de nuestra Constitución Nacional se consagran algunos derechos fundamentales que cada ciudadano posee, entre los cuales se encuentra el derecho a peticionar, derecho sobre el cual se inicia esta carta abierta. Artículo 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, están en evidente contradicción con el derecho a ejercer industria lícita , de transitar, de comerciar y de disponer de la propiedad privada. Una persona no puede disponer de su propiedad si no la puede producir, intercambiar con otras personas o moverse para ejercer su industria.

El Artículo 16 de nuestra Constitución Nacional establece la igualdad ante la ley. Artículo 16.- La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, son claramente discriminatorios y no respetan el criterio canónico de igualdad ante la ley, pues se permite que unas personas puedan salir, desplazarse, producir, comerciar e industrializar mientras otras están obligadas a permanecer en confinamiento y sin posibilidad de ejercer sus legítimos derechos tal como lo hace el grupo designado por las autoridades de gobiernos. Esto, directamente, crea dos categorías de ciudadanos: los de primera con libertad y derechos constitucionales y los de segunda confinados y bloqueados. La desigualdad ante la ley es injusta y crea conflictos y resentimientos entre los ciudadanos.

El Artículo 17 de la Constitución Nacional consagra la inviolabilidad de la propiedad privada. Artículo 17.- La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el Artículo 4º. Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna especie.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, claramente destruyen la disposición de la propiedad privada pues impiden que las personas produzcan, intercambien e industrialicen sus posesiones. Estos decretos son equivalentes a una confiscación encubierta con la excusa de la salud pública, ignorando que la confiscación está expresamente prohibida en Argentina.

El Artículo 18 de la Constitución Nacional establece las garantías del debido proceso. Artículo 18.- Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, tienen como efecto inmediato el arresto domiciliario de cada ciudadano Argentino sin juicio previo alguno. El confinamiento coercitivo prolongado indefinidamente constituye no solo un arresto domiciliario indebido sino también una mortificación o tortura psicológica a personas pacíficas que no han cometido crimen o acto delictivo alguno.

El Artículo 28 de la Constitución Nacional resguarda la inmutabilidad de los anteriores artículos de la Constitución Nacional. Artículo 28.- Los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, de hecho se ejercen como si estuvieran fuera del alcance de la Constitución Nacional pues, tal como se mencionó previamente, desconocen y transgreden varios de sus primeros artículos, lo genera una situación legal de inconsistencia constitucional.

El Artículo 29 de la Constitución Nacional viene a ser como un resguardo contra las intenciones totalitarias de los gobernantes, pues califica toda suma de poder público como un delito de traición a la patria. Artículo 29.- El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, funcionan como una concesión de facultades extraordinarias y la suma del poder público al Poder Ejecutivo Nacional. La vida, el honor y las fortunas de los ciudadanos argentinos quedan sometidos a las arbitrariedades adoptadas por los gobernantes bajo las amenazas de persecución, multa y encarcelamiento a aquellas personas que, pacíficamente y sin dañar a nadie, ignoren o desoigan las órdenes impartidas desde el Poder Ejecutivo -de todos los niveles de gobierno. Las autoridades ejecutivas del gobierno cometen todo tipo de atropellos bajo esta lógica de supremacía y sumisión. Por ello, en carácter de Ciudadano Argentino vengo a denunciar estos actos de atropello derivados de estos decretos de confinamiento y bloqueo, caso contrario, al consentirlos, estaría obrando como un infame traidor a la patria.

El Artículo 31 de la Constitución Nacional viene a establecer el dominio y alcance de esta Constitución. Artículo 31.- Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ella, no obstante cualquiera disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones provinciales, salvo para la provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del Pacto de 11 de noviembre de 1859.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, sistemáticamente se presentan como leyes supremas que están por encima de la Constitución Nacional; los gobernantes, quienes crean y ejecutan estos decretos, claramente ignoran el alcance supremo de la Ley Constitucional e implícitamente postulan y promulgan sus decretos y dictados como si tuvieran un carácter superior al Constitucional, pues en ellos se determina, de modo discriminatorio y arbitrario, quién sale y quién no, quién produce y quién no, quién comercia y quién no, quién se mueve y quién no, además de establecer amenazas de aplicar persecución, multa o encarcelamiento a quien los ignore.

El Artículo 43 de la Constitución Nacional habilita a cualquier ciudadano Argentino a interponer ante la justicia una acción de amparo contra actos que vulneren sus derechos constitucionales. Artículo 43.- Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, claramente lesionan, restringen, alteran y amenazan los derechos y garantía reconocidos por la Constitución Argentina. Razón por la cual quiero, en este acto, interponer, ante la Corte Suprema de la Nación Argentina, una acción de amparo en contra de los decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional y los respectivos poderes provinciales y locales, dado el tremendo daño que estos sucesivos decretos me provocan en particular y provocan en general a todos los ciudadanos que habitan el suelo Argentino. Esta acción de amparo es para solicitar la inmediata declaración de inconstitucionalidad de dichos decretos.

El Artículo 76 de la Constitución Nacional prohíbe la delegación de poderes del Poder Legislativo al Poder Ejecutivo, salvo por plazos definidos. Artículo 76.- Se prohíbe la delegación legislativa en el Poder Ejecutivo, salvo en materias determinadas de administración o de emergencia pública, con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de la delegación que el Congreso establezca. La caducidad resultante del transcurso del plazo previsto en el párrafo anterior no importará revisión de las relaciones jurídicas nacidas al amparo de las normas dictadas en consecuencia de la delegación legislativa.

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, implican ostentación de poderes ilimitados y, dada las sucesivas prórrogas de la cuarentena, esto podría llevar a confinamiento y bloqueo arbitrariamente permanente. Al día de la fecha, 7 de junio del 2020, se completaron 80 días de confinamiento y bloqueo, lo cual no tiene precedentes en ningún otro país del mundo incluso aquellos que vivieron situaciones mucho más calamitosas a las observadas en Argentina, lo cual indica el grado de arbitrariedad y excesos cometidos por las autoridades del Gobierno Argentino. En este caso, es el Poder Judicial de la Nación, la última institución que puede marcarle límites al apetito totalitario de los gobernantes de turno.

Finalmente, el Artículo 99 de la Constitución Nacional le prohíbe exprésamente al Presidente legislar en matería penal. Artículo 99.- El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:
1.
2.
3. Participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las promulga y hace publicar. El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo. Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o de régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros.
...
4.
5.
...

Los sucesivos decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional, desde el 20 de marzo 2020, y sus correspondientes convalidaciones por el Senado de Nación Argentina, implican violaciones flagrantes al inciso 3 del Artículo 99 de la Constitución Nacional dado que en los sucesivos decretos se establecen penas a quienes eventualmente violaren la imposición del confinamiento y el bloqueo estalecidos en los mismos, razón por la cual solicito al Poder Judicial de la Nación declarar la inmediata inconstitucionalidad de dichos decretos.

CONCLUSIÓN

Con todo lo mencionado anteriormente, es que hago pública esta Carta Abierta al Poder Judicial de la Nación Argentina, y dada la enorme asimetría de poder que enfrenta cada Ciudadano ante el Poder Ejecutivo Nacional y los respectivos poderes provinciales y locales, es que ruego a las autoridades de la Honorable Corte Suprema de Justicia intervengan para suspender de inmediato y declarar la Inconstitucionalidad de los decretos de confinamiento y bloqueo impuestos por el Poder Ejecutivo Nacional desde el 20 de marzo del 2020, y que tal intervención de la Corte Suprema de Justicia sea en pos de restablecer y preservar la plena vigencia de nuestra Constitución Nacional.

Atte
Juan Carlos Vera
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sábado, mayo 16, 2020

En Tiempos de Crisis, Necesitamos Libertad Más que Nunca

Edmund Shieh, 15/05/2020

En las últimas semanas, en todo el mundo, los gobiernos han mantenido a sus propios ciudadanos como rehenes en nombre de "proteger a la gente". Lo que no han podido entender es que cada restricción que imponen tiene un costo. Al forzar el bloqueo a sus ciudadanos, el gobierno ha eliminado la capacidad de los particulares para evaluar ese costo por sí mismos.

Las heridas que el coronavirus ha infligido a la sociedad solo se profundizarán por la cantidad no anunciada de intervención gubernamental. Los gobiernos le han dado al pueblo un enemigo más para luchar en esta guerra contra el coronavirus. Quienes argumentan que las medidas tomadas son necesarias para evitar muertes innecesarias no pueden ver que estas mismas medidas sin duda costarán muchas vidas y medios de subsistencia en el futuro. Con demasiada frecuencia parece que solo se toma en consideración un lado de la ecuación durante esta crisis. La ONU publicó recientemente un informe Afirmando que debido a la recesión económica causada por el bloqueo, cientos de miles de niños podrían morir solo este año. También estiman que 42–66 millones de niños podrían caer en la pobreza extrema en los próximos años. Aunque estas cifras son estimaciones, plantea una pregunta para las autoridades: ¿cuánto es demasiado?

El gobierno no tiene un buen historial de respuesta a esta pregunta. Incluso al intentar responderlo, ya se prepararon para fallar. Hemos visto una y otra vez a lo largo de la historia que la planificación central no funciona. Los límites, como treinta personas para un funeral y diez para bodas, son ejemplos de restricciones arbitrarias que resultan de un pequeño número de burócratas que intentan planificar de manera centralizada una solución óptima. Un gobierno que intenta organizar a la sociedad de esta manera, no es diferente de la economía de mando de la Unión Soviética que trata de calcular cuántas papas producir por año. Ambos escenarios tienen consecuencias reverberantes, y las ramificaciones de una reacción subóptima a este virus podrían perseguirnos en las generaciones venideras.La única solución es permitir que las personas decidan libremente sus propias acciones en función de sus propias preferencias de riesgo.

Aunque el coronavirus es de hecho una pandemia, no es diferente de cualquier otro escenario en el que un individuo debe actuar. El individuo debe decidir basándose en su propio cálculo de su costo versus beneficio. Solo cada individuo puede saber por sí mismo qué decisión es óptima para su preferencia de riesgo y su situación personal, no el gobierno.

La preocupación de que la capacidad del sistema médico y su capacidad para manejar la sobrecarga de pacientes se haya elevado al punto de que "aplanar la curva" se ha vuelto elegante. La decisión social óptima puede ser limitar el riesgo hasta el punto en que la curva sea plana. Sin embargo, usar eso como una razón para imponer restricciones no está justificado. Mirando hacia atrás en la historia, el manejo del gobierno de estas llamadas externalidades ha sido pésimo en el mejor de los casos, la razón es que estos burócratas en quienes confiamos para hacer estos cálculos para "optimizar" el beneficio social son, de hecho, humanos como nosotros. Están sujetos a prejuicios, influencia y error humano.

No importa el hecho de que en situaciones como estas, los intereses del gobierno rara vez se alinean con los de la gente. Nuestros intereses duran más que sus mandatos. Cuando haya llegado el momento de pagar las deudas del encierro, los burócratas que nos han mantenido encerrados dentro de nuestras casas ya no estarán. Sus intereses dependen de que sean capaces de engañarlo haciéndole creer que lo mantienen a salvo. Esto implicará su uso del lenguaje orwelliano en un país cargado de emociones con el espíritu de "nunca dejar que una buena crisis se desperdicie". Reclamarán cuántas vidas han salvado a corto plazo sin tener en cuenta ningún daño a largo plazo causado por el bloqueo. No escuchará a ningún líder en televisión hablar sobre el costo económico del bloqueo, porque no es políticamente favorable "poner precio a la vida"."Sin embargo, las personas lo hacen todos los días, en todos los aspectos de sus vidas. Un individuo comprende el riesgo que se pone mientras conduce en la carretera, pero persiste en conducir, porque la compensación riesgo-recompensa lo vale para ellos. Es esta libertad de elección la que debe protegerse, especialmente en momentos como estos. El coronavirus indudablemente tendrá efectos negativos en el bienestar de las personas, por lo que eliminar esta libertad de elección paraliza aún más a una sociedad ya paralizada.

En un artículo reciente publicado en The Lancet, El clínico sueco de enfermedades infecciosas Johan Gieseck escribe que los bloqueos no reducen el total de muertes y afirma que cuando todo termine, las jurisdicciones sin bloqueo probablemente tendrán tasas de mortalidad similares a las áreas de bloqueo. Él cree que es inevitable que toda la población estará expuesta al coronavirus en algún momento y que el bloqueo solo retrasará los casos graves por un tiempo. Hay que ver si esto es cierto, pero muestra que sacrificar ciegamente las libertades de uno en nombre de la seguridad sería ingenuo. Si es cierto que los gobiernos solo han retrasado lo inevitable al convocar un tsunami de dificultades económicas, ¿se levantará el gobierno y asumirá la responsabilidad? Improbable. El coronavirus, si bien es la causa inicial del dolor, se utilizará como chivo expiatorio para la enfermedad resultante causada por el gobierno. Las estrategias forzadas como "aplanar la curva" o "bloquear hasta la vacuna" se justifican según los consejos de expertos en salud, que son inconsistentes. La verdadera estrategia óptima será confirmada por las acciones de los individuos libres, como siempre lo ha hecho.

A la luz de esto, parece imprudente entregar nuestro destino al gobierno y confiar en ellos para calcular cuántas personas pueden asistir a un campamento de entrenamiento o decirnos por qué cuatro razones vale la pena arriesgarse a exponerse. Con la nueva información publicada por la ONU, es obvio que los gobiernos de todo el mundo son incapaces de evaluar las compensaciones en beneficio de la sociedad. Tan tentador como puede ser creer que el gobierno nos está protegiendo con el bloqueo, están perjudicando a la sociedad más de lo que la están ayudando, tal como lo hacen con todas sus otras regulaciones forzadas. En un momento en que un paso en falso por parte del gobierno es más costoso que nunca, mantener nuestras libertades individuales es primordial.

El autor Edmund Shieh es un actuario con sede en Melbourne, Australia. Es estudiante de la escuela de economía austriaca y defensor del libertarismo.
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sábado, abril 04, 2020

Confinamiento Comunista

Con la pandemia del coronavirus, de repente la humanidad toda tuvo la oportunidad de vivir una experiencia directa sobre la significancia y alcances del comunismo: El comunismo es confinamiento compulsivo coercitivo, es pobreza expansiva, es violencia extrema aplicada por los gobernantes, es hambre creciente, es enloquecimiento, es la destrucción de la paz, es enfermedad, es agresión social, es persecución y muerte, es destrucción de civilizaciones enteras. Cada ser humano está viviendo en carne propia esta dosis de comunismo desatada por una infección. Cada persona del mundo está sintiendo lo que significa perder la libertad y someterse al totalitarismo.

El totalitarismo derivado de las imposiciones gubernamentales es, hoy en día, el residuo persistente de la violencia biológica predominante en la humanidad primitiva. El hombre primitivo no era libre, sino que estaba confinado y sometido a los caprichos de su misma naturaleza: el individuo más astuto y físicamente más fuerte siempre eliminaba o sometía a los demás. Ese es el corolario de la cruel competencia biológica. Los avances de la civilización pusieron un freno a esos instintos de dominación y sometimiento, aunque recurrentemente dentro del supuesto orden ideado e impuesto desde los gobiernos, los gobernantes intentan recrear ese dominio instintivo.

Si bien el ser humano se fue liberando de las tiranías sociales con el avance de la civilización, donde libertades y derechos individuales toman importancia y valor, también es cierto que el impulso agresivo sobrevive y siempre se expresa apenas se alcanza una posición de control y dominación: si se tiene el poder de agredir, se agrede. Por esta deriva biológica, la circunstancia actual no podía expresar una excepción. Una pandemia genera las condiciones para la violencia y el totalitarismo gubernamental, porque la mayoría de las personas entran en pánico y se vuelven vulnerables, manipulables y sometibles.

Se sabe que un gobernante -totalitario- nunca desperdicia esta oportunidad y siempre aplica su dosis de agresión y violencia, pues él posee el monopolio de la compulsión y coerción. La máxima autoridad toma el control absoluto y despliega su tiranía biológica: prohibiciones de circulación, control de precios, cierre de negocios, usurpación de propiedades privadas, anulaciones de leyes y constituciones, prohibiciones laborales, amenazas y persecución social, agresión física, encarcelamientos y fusilamientos. Lo aprovecha todo. Lo demás, dado el cimbronazo de pánico, se dá por sí mismo porque se liberan los flancos para que el dictador actúe con impunidad. Así, el dictador actúa y la tragedia ocurre. Con la pandemia, el comunismo se vuelve un evento mundial. Punto.

Ahora ¿es posible escapar de semejante desgracia y servidumbre social? Claro que sí. Precisamente, una manifestación tan extendida del comunismo junto a los daños derivados de su violencia, es la muestra, es el botón, que la sociedad necesitaba para entender de un solo saque los alcances e implicancias del comunismo: muerte y destrucción. Rápidamente todos hicimos un curso intensivo obligatorio que nos muestra y nos enseña sobre las desgracias del totalitarismo/comunismo/socialismo y sobre la importancia de la libertad.

La peste del SARS-CoV-2, que causa la enfermedad del coronavirus, surgió en un reino totalitario/comunista/socialista -en China, se expandió desde ahí por todo el planeta y, para peor de los males, se pretende aplicar en todo el mundo las mismas técnicas totalitarias/comunistas/socialistas -que la engendraron, para intentar controlarla. Casi una ironía de la ingeniería social totalitaria/comunista/socialista. La humanidad toda deberá tomar nota de este evento. Esta es, también, su oportunidad.

La libertad no es un logro frágil de la civilización, sino que es su pilar fundamental. Es irrompible. Es la condición humana misma. La manifestación humana es precisamente un evento de liberación. La humanidad es imposible sin la libertad de sus individuos. Si perdemos las libertades, la especie humana se extingue. ¿Y esto por qué es así? Porque sin la libertad no es posible pensar, no es posible crear, no es posible inventar, no es posible ayudar, no es posible producir, no es posible comer, no es posible sanar, no es posible la reproducción, no es posible la protección, no es posible vivir. Punto.

Con esta pandemia, esta experiencia masiva ya inevitable, la humanidad toda asiste a un curso intensivo sobre totalitarismo/comunismo/socialismo. Esta oportunidad histórica representa el único activo social que deja el SARS-CoV-2 y eso le diremos a las generaciones futuras. Por todo lo demás, las libertades y el libre capitalismo -su sostén económico- harán rápidamente lo necesario para vencer al SARS-CoV-2 y sacarnos del confinamiento comunista.
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jueves, marzo 05, 2020

Armonía del Libre Mercado

El libre mercado, ese hervidero voluntario de personas que buscan insistentemente aliviar o evacuar completamente la persistente insatisfacción que los aqueja, es el germen de la paz: el armonioso arreglo de intereses compartidos. Con el libre mercado, no solo se eliminan todos los antagonismos derivados de la competencia por algo naturalmente escaso, sino que cuanto más masiva e intensa es una insatisfacción, más accesible resulta su completa evacuación. El libre mercado hace posible proveer enormes cantidades de aquello que el ser humano demanda y que la naturaleza nunca tiene. Si está entre nuestras más sentidas necesidades utilizar zapatos, pues el libre mercado hace posible que cada persona pueda elegir los suyos, entre una gran variedad de zapatos a bajo precio. Y esto ocurre con cada necesidad más sentida: atender las más intensas y generalizadas necesidades del ser humano es sólo posible con libre mercado. El libre mercado es el medio para la prosperidad, mientras la naturaleza y demás sistemas sociales siempre fracasan.

Los logros del libre mercado no son resultados mágicos sino el fruto de la cada vez más intensa división voluntaria del trabajo: en lugar de competir y excluirse mutuamente por lo que hay, cada persona elige voluntariamente su contribución a la satisfacción de las necesidades más urgentes que los demás expresan en el seno del complejo social. El mercado permite crear un tipo de competencia entre las personas no para repartirse lo poco que hay, sino para que cada una encuentre un espacio o el modo de efectuar su mejor contribución al desafío de atenuar y evacuar las insatisfacciones. Esta competencia se denomina competencia praxeológica o competencia cataláctica, que se contrapone a la competencia biológica. La competencia cataláctica resulta en armonía de intereses mientras que la competencia biológica consiste de antagonía de intereses. En el mercado ocurre una competencia armónica y no antagónica.

La armonía del mercado requiere de la libertad. Es imprescindible que las personas elijan voluntariamente su contribución; no hay otra forma de lograr la más productiva división del trabajo. Es esa división del trabajo más productiva la que permite ampliar indefinidamente las posibilidades y vencer los límites que impone la escasez no solo a la hora de satisfacer necesidades sino también al momento de obtener aquello que produce satisfacción. Así, dada la competencia cataláctica, cada persona no sólo tiene algo para ofrecer sino que puede ofrecer más y más para intercambiar con los demás ya que todo su accionar económico está sincronizado por el complejo de insatisfacciones. La competencia cataláctica del libre mercado es un sistema de cooperación social retroalimentado por las insatisfacciones.

Por supuesto, las personas involucradas en competencia cataláctica se equivocan, cometen errores porque simplemente no son perfectas; somos homosapiens no homnisapiens. A veces interpretamos incorrectamente las insatisfacciones futuras y por ende se producen bienes innecesarios; otras veces se eligen medios o momentos inapropiados para cooperar y producir, o se estima incorrectamente los recursos necesarios para alcanzar objetivos esperados, o se malinterpreta la competencia cataláctica. Al elegir nuestro esfuerzo, nuestra contribución cataláctica, nos podemos equivocar, pero eso no resta significancia al libre mercado. En el libre mercado, sus miembros cometen errores pero abundan los aciertos. Estos aciertos se abonan y arraigan sobre el ejercicio pleno de la libertad y se consolidan por la autonomía de las insatisfacciones: las insatisfacciones iluminan el camino para la coordinación de esfuerzos y la compaginación de intereses.

Finalmente, el armonioso libre mercado es el más justo sistema de cooperación social. ¿Qué otro acto más justo y pacificador en la vida social humana que aquel de servir y ser servido, entregar y recibir satisfacción, brindar y obtener recompensas, de ser simultáneamente fuente y destino de prosperidad? La vida social del ser humano se organiza entorno al libre mercado porque así surge el más beneficioso de los órdenes posibles. Representa un triunfo social de toda la humanidad sobre la cruel tiranía de la competencia biológica que nos impone la naturaleza: llegamos indefensos e inútiles a este mundo, pero nos volvemos pacíficamente fuertes y productivos por la Armonía del Libre Mercado.
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