Desde que Satoshi Nakamoto publicó su paper Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System, en Septiembre del 2008, se abrió el camino por donde aún transita el gran desafío que enfrenta la humanidad toda, que es recuperar la moneda y restituir su control a sus verdaderos dueños: las personas que viven, producen e intercambian sus logros libremente y en paz. Pero después de 11 años con Bitcoin ¿Seguimos aún en el mismo camino? ¿Estamos enfocados en el mismo propósito?. Intentaré responder estas interrogantes de manera indirecta.
Ya sabemos que los Estados, y sus gobiernos, se apoderaron de la moneda para desde esa posición, hegemónica y totalitaria, degradarla hasta convertirla en un sustituto ficticio, que se manufactura de la nada y se llama papel fiduciario o moneda fiduciaria. El banco central, y la red de sistemas bancarios, es el instrumento monopólico mediante el cual los Estados imprimen y distribuyen esas pseudo monedas cuyo empleo se impone a toda la población. El Estado manda al banco central a imprimir ese papel y, en la primera entrega compulsiva coercitiva del mismo, exige algo valioso a cambio. Ese primer intercambio impuesto por los gobernantes es lo que se denomina: algo por nada (obtener algo entregando nada), siendo el Estado la única entidad social que puede hacer este negocio. Pero como si ese acto fraudulento coercitivo no alcanzara, el Estado obliga a sus compatriotas a mantener en el sistema bancario, los remanentes que a ellos les queda de ese papel fiduciario luego de pagar impuestos que el mismo Estado les exige para así cubrir sus costos operativos -de mantener este negocio en funcionamiento. El Estado logra de este modo, apropiarse de absolutamente toda la riqueza de las personas. La moneda fiduciaria se vuelve la institución comunista/socialista por excelencia, que permite al Estado quedarse con todo.
La moneda fiduciaria pone en marcha un gigantesco y sofisticado mecanismo de transferencia de riquezas desde las personas que se esfuerzan y producen algo valioso, hacia un grupo hegemónico, quienes obligan al resto a aceptar, mediante acciones compulsivas coercitivas del Estado, un papel carente de valor alguno. Este es el negocio que gobernantes perversos y malignos hacen, desde los Estados, con su población, a la cual someten y explotan.
Así es el monstruo que Satoshi Nakamoto pudo ver al momento de lanzar su apuesta con Bitcoin. Satoshi sabía, y sabe, que esa batalla era, y es, un duelo a muerte del cual solo queda un sobreviviente. Satoshi vió y entendió que enfrentarse a ese poder totalitario, que ejerce la maldad a discreción sobre toda sociedad, exige esa talla de desafíos. Vencer esa impotencia de hombres libres y pacíficos enfrentados a semejante barbarie requiere de una apuesta insuperable. Bitcoin, junto a toda la constelación de criptomonedas, es eso: una apuesta a todo o nada.
Desde el lanzamiento de Bitcoin, el 2 de Enero del 2009, pasaron muchas cosas. Pero lo más importante que ocurrió es que ese protocolo de Bitcoin permitió, no solo mejorarlo, sino dar origen a nuevos protocolos, similares e igualmente seguros y robustos. Hoy en día se tienen aproximadamente unas 5 mil criptomonedas y cientos de miles de aplicaciones funcionando bajo el esquema p2p fuertemente encriptado similar al propuesto por Satoshi Nakamoto. Siendo esta característica, la fuerte encriptación p2p, lo que vuelve a las criptomonedas, y sus aplicaciones, totalmente independientes del poder hegemónico de los Estados.
Este logro de independencia resulta ser la primera estocada sangrante propinada por Bitcoin al sistema fiduciario: el esquema p2p cifrado actual permite generar cadenas, bases de datos, con registros inmutables; permite registrar propiedad e intercambios de propiedad de manera segura, anónima, y estrictamente no intervenible por los gobernantes. Es decir, la propuesta de Satoshi logra crear registros de posesión, pagos y transacciones (cambio de posesión) que son de completo dominio personal, en donde el Estado no puede ingresar.
¿Existen huecos por donde podrían penetrar las garras de los gobernantes? Sí. Claro que sí. Pero sólo hay dos puntos vulnerables.
La primera es una vulnerabilidad al intervencionismo. Los Estados pueden intentar regular las criptomonedas y eventualmente prohibir su uso. Pero esos intentos intervencionistas serán esencialmente infructuosos, porque el propio esquema p2p cifrado no permite impedir que dos partes, que intercambian criptoactivos, acuerden entre ellos convalidar esas transacciones; esto siempre permanece en un ámbito libre de intermediación. La única forma de impedir este intercambio sería anulando internet, lo cual es impracticable para cualquier gobierno actual; con lo cual, ninguna censura se vuelve efectiva en la práctica. Pero aún suponiendo que la censura de internet fuera posible, ya sabemos que, por el principio de entrelazamiento de la mecánica cuántica, internet dejará de existir tal como la conocemos y pasará a ser casi una extensión más de las habilidades y aptitudes, estrictamente personales, que poseen los seres humanos para comunicarse: sólo bastará un dispositivo y un software para conectarse a otro dispositivo -con el mismo software- al momento de intercambiar información. Los gobernantes saben que esta batalla está perdida para ellos porque internet pasará a ser una anécdota tecnológica del pasado.
La segunda vulnerabilidad es precisamente el cifrado del esquema p2p. Dada la supremacía cuántica, en principio es posible atacar efectivamente el cifrado actual, y alterar la base de datos, a pesar de que tal ataque es hoy por hoy muy costoso y económicamente inviable. Con esta posibilidad técnica, los gobernantes podrían lanzar un ataque masivo sobre ciertas cadenas de criptomonedas con el propósito de socavar la seguridad y privacidad de las mismas, lo cual sería un golpe duro al prestigio y reputación del esquema de Satoshi. Pero los seguidores de Satoshi estamos varios pasos por delante de los sabuesos del Estado y en este momento, por esos mismos principios de la mecánica cuántica, está casi lista la resistencia cuántica en las cadenas p2p. Luego, un ataque cuántico, sino imposible, será a costa de pérdidas económicas incalculables para los atacantes. Por esto, la vulnerabilidad cuántica casi no existe.
Tapados estos dos huecos por donde pueden entrar los Estados, toda esta movida masiva de las criptomonedas se vuelve incontenible. Por lo cual, la extensión del esquema de Satoshi resulta inevitable. La inevitabilidad, es la segunda estocada profunda que Satoshi le propina al esquema fiduciario centralizado impuesto por los gobernantes. Así, no solo se despeja y amplía el camino trazado originalmente sino también queda más claro y cercano el horizonte: los Estados, y sus gobernantes, perderán el control hegemónico de la moneda y se quedarán sin el instrumento que emplean para someter y saquear a sus pares.
Bitcoin y las criptomonedas, hoy están librando una última gran batalla interna que tendrán que superar: la barrera de la escalabilidad. Actualmente, Bitcoin posee una capacidad, a bloque lleno, para procesar 5 transacciones por segundo (5 txs/seg). Ethereum, un seguidor cercano de los pasos de Bitcoin, puede llegar a procesar 10 txs/seg. El resto de criptomonedas también posee limitaciones de escala. Esto contrasta con las demandas de procesamiento de transacciones soportadas actualmente por el esquema fiduciario. En una economía desarrollada como la de Alemania o la de Estados Unidos, hoy se procesan 10 pagos por segundo por millón de habitantes (10 pgs/seg/Mh). Claramente ni Bitcoin ni todas las criptomonedas juntas pueden equiparar estos valores. Bitcoin por sí mismo solo llega a cubrir las demandas de pago de medio millón de personas. Y este problema se acentúa aún más al suponer que los pagos sólo representas el 1% de las demandas transaccionales.
Entonces, ¿cuál es el tamaño del desafío que enfrentan las criptomonedas para alcanzar una escala equiparable a la del sistema fiduciario? Veamos. Para cubrir las demandas de pago en una población con 100 Mh (100 millones de habitantes) se requieren 200 cadenas como la de Bitcoin funcionando a bloque lleno. Y si extendemos esto a 10000 Mh, suponiendo que toda la población mundial alcanza un nivel de economía desarrollada, se necesitan 20 mil cadenas como la de Bitcoin funcionando a bloque lleno, para cubrir sólo las demandas de pagos. Al extender esto a todas las transacciones, se requieren unas 2 millones de cadenas como la de Bitcoin para cubrir las demandas transaccionales de todo un mundo desarrollado.
Es decir que el desafío de la escalabilidad difícilmente se logre resolver, en lo inmediato, con una única cadena. Bitcoin no puede escalar a una capacidad para procesar y registrar 10 millones de transacciones por segundo; su base de datos descentralizada se tornaría inmanejable. Tampoco podrían hacerlo las demás criptomonedas. Entonces, la única salida que queda es, lo que ha funcionado hasta ahora, la multiplicidad. El desafío de la escalabilidad se resuelve con la multiplicidad de cadenas. Lo que va ha ocurrir es eso: cientos de miles de cadenas, cada una con sus nodos p2p quantum resist administrando bases de datos descentralizadas para atender los requerimientos de procesamiento de transacciones que, a su vez, irán creciendo con el tiempo. Esta es La Última Frontera de las Criptomonedas.
Ya sabemos que los Estados, y sus gobiernos, se apoderaron de la moneda para desde esa posición, hegemónica y totalitaria, degradarla hasta convertirla en un sustituto ficticio, que se manufactura de la nada y se llama papel fiduciario o moneda fiduciaria. El banco central, y la red de sistemas bancarios, es el instrumento monopólico mediante el cual los Estados imprimen y distribuyen esas pseudo monedas cuyo empleo se impone a toda la población. El Estado manda al banco central a imprimir ese papel y, en la primera entrega compulsiva coercitiva del mismo, exige algo valioso a cambio. Ese primer intercambio impuesto por los gobernantes es lo que se denomina: algo por nada (obtener algo entregando nada), siendo el Estado la única entidad social que puede hacer este negocio. Pero como si ese acto fraudulento coercitivo no alcanzara, el Estado obliga a sus compatriotas a mantener en el sistema bancario, los remanentes que a ellos les queda de ese papel fiduciario luego de pagar impuestos que el mismo Estado les exige para así cubrir sus costos operativos -de mantener este negocio en funcionamiento. El Estado logra de este modo, apropiarse de absolutamente toda la riqueza de las personas. La moneda fiduciaria se vuelve la institución comunista/socialista por excelencia, que permite al Estado quedarse con todo.
La moneda fiduciaria pone en marcha un gigantesco y sofisticado mecanismo de transferencia de riquezas desde las personas que se esfuerzan y producen algo valioso, hacia un grupo hegemónico, quienes obligan al resto a aceptar, mediante acciones compulsivas coercitivas del Estado, un papel carente de valor alguno. Este es el negocio que gobernantes perversos y malignos hacen, desde los Estados, con su población, a la cual someten y explotan.
Así es el monstruo que Satoshi Nakamoto pudo ver al momento de lanzar su apuesta con Bitcoin. Satoshi sabía, y sabe, que esa batalla era, y es, un duelo a muerte del cual solo queda un sobreviviente. Satoshi vió y entendió que enfrentarse a ese poder totalitario, que ejerce la maldad a discreción sobre toda sociedad, exige esa talla de desafíos. Vencer esa impotencia de hombres libres y pacíficos enfrentados a semejante barbarie requiere de una apuesta insuperable. Bitcoin, junto a toda la constelación de criptomonedas, es eso: una apuesta a todo o nada.
Desde el lanzamiento de Bitcoin, el 2 de Enero del 2009, pasaron muchas cosas. Pero lo más importante que ocurrió es que ese protocolo de Bitcoin permitió, no solo mejorarlo, sino dar origen a nuevos protocolos, similares e igualmente seguros y robustos. Hoy en día se tienen aproximadamente unas 5 mil criptomonedas y cientos de miles de aplicaciones funcionando bajo el esquema p2p fuertemente encriptado similar al propuesto por Satoshi Nakamoto. Siendo esta característica, la fuerte encriptación p2p, lo que vuelve a las criptomonedas, y sus aplicaciones, totalmente independientes del poder hegemónico de los Estados.
Este logro de independencia resulta ser la primera estocada sangrante propinada por Bitcoin al sistema fiduciario: el esquema p2p cifrado actual permite generar cadenas, bases de datos, con registros inmutables; permite registrar propiedad e intercambios de propiedad de manera segura, anónima, y estrictamente no intervenible por los gobernantes. Es decir, la propuesta de Satoshi logra crear registros de posesión, pagos y transacciones (cambio de posesión) que son de completo dominio personal, en donde el Estado no puede ingresar.
¿Existen huecos por donde podrían penetrar las garras de los gobernantes? Sí. Claro que sí. Pero sólo hay dos puntos vulnerables.
La primera es una vulnerabilidad al intervencionismo. Los Estados pueden intentar regular las criptomonedas y eventualmente prohibir su uso. Pero esos intentos intervencionistas serán esencialmente infructuosos, porque el propio esquema p2p cifrado no permite impedir que dos partes, que intercambian criptoactivos, acuerden entre ellos convalidar esas transacciones; esto siempre permanece en un ámbito libre de intermediación. La única forma de impedir este intercambio sería anulando internet, lo cual es impracticable para cualquier gobierno actual; con lo cual, ninguna censura se vuelve efectiva en la práctica. Pero aún suponiendo que la censura de internet fuera posible, ya sabemos que, por el principio de entrelazamiento de la mecánica cuántica, internet dejará de existir tal como la conocemos y pasará a ser casi una extensión más de las habilidades y aptitudes, estrictamente personales, que poseen los seres humanos para comunicarse: sólo bastará un dispositivo y un software para conectarse a otro dispositivo -con el mismo software- al momento de intercambiar información. Los gobernantes saben que esta batalla está perdida para ellos porque internet pasará a ser una anécdota tecnológica del pasado.
La segunda vulnerabilidad es precisamente el cifrado del esquema p2p. Dada la supremacía cuántica, en principio es posible atacar efectivamente el cifrado actual, y alterar la base de datos, a pesar de que tal ataque es hoy por hoy muy costoso y económicamente inviable. Con esta posibilidad técnica, los gobernantes podrían lanzar un ataque masivo sobre ciertas cadenas de criptomonedas con el propósito de socavar la seguridad y privacidad de las mismas, lo cual sería un golpe duro al prestigio y reputación del esquema de Satoshi. Pero los seguidores de Satoshi estamos varios pasos por delante de los sabuesos del Estado y en este momento, por esos mismos principios de la mecánica cuántica, está casi lista la resistencia cuántica en las cadenas p2p. Luego, un ataque cuántico, sino imposible, será a costa de pérdidas económicas incalculables para los atacantes. Por esto, la vulnerabilidad cuántica casi no existe.
Tapados estos dos huecos por donde pueden entrar los Estados, toda esta movida masiva de las criptomonedas se vuelve incontenible. Por lo cual, la extensión del esquema de Satoshi resulta inevitable. La inevitabilidad, es la segunda estocada profunda que Satoshi le propina al esquema fiduciario centralizado impuesto por los gobernantes. Así, no solo se despeja y amplía el camino trazado originalmente sino también queda más claro y cercano el horizonte: los Estados, y sus gobernantes, perderán el control hegemónico de la moneda y se quedarán sin el instrumento que emplean para someter y saquear a sus pares.
Bitcoin y las criptomonedas, hoy están librando una última gran batalla interna que tendrán que superar: la barrera de la escalabilidad. Actualmente, Bitcoin posee una capacidad, a bloque lleno, para procesar 5 transacciones por segundo (5 txs/seg). Ethereum, un seguidor cercano de los pasos de Bitcoin, puede llegar a procesar 10 txs/seg. El resto de criptomonedas también posee limitaciones de escala. Esto contrasta con las demandas de procesamiento de transacciones soportadas actualmente por el esquema fiduciario. En una economía desarrollada como la de Alemania o la de Estados Unidos, hoy se procesan 10 pagos por segundo por millón de habitantes (10 pgs/seg/Mh). Claramente ni Bitcoin ni todas las criptomonedas juntas pueden equiparar estos valores. Bitcoin por sí mismo solo llega a cubrir las demandas de pago de medio millón de personas. Y este problema se acentúa aún más al suponer que los pagos sólo representas el 1% de las demandas transaccionales.
Entonces, ¿cuál es el tamaño del desafío que enfrentan las criptomonedas para alcanzar una escala equiparable a la del sistema fiduciario? Veamos. Para cubrir las demandas de pago en una población con 100 Mh (100 millones de habitantes) se requieren 200 cadenas como la de Bitcoin funcionando a bloque lleno. Y si extendemos esto a 10000 Mh, suponiendo que toda la población mundial alcanza un nivel de economía desarrollada, se necesitan 20 mil cadenas como la de Bitcoin funcionando a bloque lleno, para cubrir sólo las demandas de pagos. Al extender esto a todas las transacciones, se requieren unas 2 millones de cadenas como la de Bitcoin para cubrir las demandas transaccionales de todo un mundo desarrollado.
Es decir que el desafío de la escalabilidad difícilmente se logre resolver, en lo inmediato, con una única cadena. Bitcoin no puede escalar a una capacidad para procesar y registrar 10 millones de transacciones por segundo; su base de datos descentralizada se tornaría inmanejable. Tampoco podrían hacerlo las demás criptomonedas. Entonces, la única salida que queda es, lo que ha funcionado hasta ahora, la multiplicidad. El desafío de la escalabilidad se resuelve con la multiplicidad de cadenas. Lo que va ha ocurrir es eso: cientos de miles de cadenas, cada una con sus nodos p2p quantum resist administrando bases de datos descentralizadas para atender los requerimientos de procesamiento de transacciones que, a su vez, irán creciendo con el tiempo. Esta es La Última Frontera de las Criptomonedas.
2 comentarios:
Suponiendo que cada persona efectúa 100 transacciones diarias en una blockchain, entonces la demanda transaccional asciende a 667.000,00 txs/seg/Mh. Si Bitcoin escala a 100.000,00 txs/seg, se requerirían unas 7 cadenas de Bitcoin funcionando a bloque lleno, por millón de habitantes. Si todo el mundo se vuelve desarrollado gracias a esta proeza de Bitcoin, se requerirían unas 70mil cadenas de Bitcoin ensamblando a bloque lleno para cubrir los requerimientos transaccionales.
Suponiendo un mundo híperdesarrollado en donde cada persona efectúa 1000 transacciones diarias sobre una blockchain, entonces la demanda transaccional aproximada ascendería a 1.157,00 txs/seg/Mh. Si, por una proeza técnica, Bitcoin escalara hasta procesar 100.000,00 txs/seg, se requerirían unas 1.157,00 cadenas de Bitcoin funcionando a bloque lleno para cubrir los requerimientos transaccionales de ese mundo criptoeconómico.
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