En sus inicios, al desprenderse de sus ancestros prehumanos, los seres humanos
no eran libres. Si bien un humanoide primitivo podía vivir casi aislado e
independiente tanto mental como económicamente, de manera autosuficiente junto
a su familia, su atisbo de libertad desaparecía al cruzarse en el camino con
un ser más inteligente y más fuerte que él. En tal caso, su única libertad
remanente era la rendición incondicional o la aniquilación. Esa es la
condición natural inicial del hombre: la cruel competencia biológica, la
ausencia de libertad y el dominio de la violencia de todos contra todos. Leer Todo .
No hay comentarios:
Publicar un comentario