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jueves, enero 24, 2019

Una Moneda Fiduciaria para Argentina

Por un proceso descentralizado de libre mercado -propiedad privada, división del trabajo, especialización y libre intercambio- la humanidad inventó la moneda eligiendo al oro como el bien económico que cumple todas las exigencias. Pero en los últimos dos mil años, los gobiernos se empeñaron en destruir este esquema descentralizado, aplicando el monopolio compulsivo-coercitivo, para así apropiarse del control central de la moneda con el único propósito de financiar sus gastos de manera irrestricta. Inicialmente, los gobiernos lograron controlar el oro y actualmente, en todas las economías del mundo, los gobiernos poseen el poder absoluto para producir y gastar algo que se llama dinero fiduciario que se impone, mediante el uso de la fuerza, como único dinero de circulación legal.

El monopolio para gastar dinero fiduciario se vuelve super inflacionario cuando los gobernantes lo imprimen irrestrictamente. Gasto del gobierno e impresión de billetes para financiarlo son dos caras inseparables del fenómeno inflacionario. La inflación fiduciaria tiene como consecuencia inmediata el deterioro permanente del poder de compra de ese dinero. En algunos países, con gasto público no tan descontrolado, como Estados Unidos de América o el Reino Unido, ese deterioro no llega a destruir completamente el poder de cambio del dinero, pero en una inmensa mayoría de países, con gobernantes gastando sin control, la destrucción es total y frecuente. Tal es el caso de Argentina.

Durante los últimos 70 años, desde el primer gobierno de Perón, Argentina viene destruyendo en promedio un signo monetario por década y, en la mayoría de los casos, el fenómeno termina con incremento exponencial de precios y pérdida descomunal del valor del dinero. El gasto de los sucesivos gobiernos es tan desmesurado que, en promedio, cada diez años termina aniquilando su propia moneda, generando pobreza y desencadenando situaciones económicas críticas difíciles de superar. Por ejemplo, el último evento hiperinflacionario, provocado por el gobierno de Raúl Alfonsín en la década de los 1980’s, fue tan traumático que sólo pudo detenerse recurriendo a una cuasi dolarización compulsiva implementada con la Ley de Convertibilidad mantenida durante la década de los 1990’s.

Al abandonar la Ley de convertibilidad al inicio de los 2000’s, se abrió nuevamente la canilla del gasto incontrolado del gobierno financiado con impresión de billetes. Esto finalmente desemboca en un proceso de deterioro en el poder adquisitivo del peso desde el año 2006 hasta la fecha. Entre el 2001 y el 2018, los precios crecieron más de 5000%, el poder de compra del peso se deterioró más del 99% y actualmente solo se preserva el 2,5% del valor original del peso medido en dólares.En los dos gobiernos de Cristina Kirchner se puso el germen para destruir -nuevamente- el valor y poder adquisitivo del dinero fiduciario, mientras que el gobierno del Presidente Mauricio Macri no supo, hasta hoy, revertir la tendencia inflacionaria destructiva. Un final hiperinflacionario -con hegemonía a la venezuela- acontecerá precipitadamente en caso de otro mandato de la familia kirchner. Queda pendiente averiguar si un segundo mandato del Presidente Mauricio Macri podrá evitar el desastre.

La recurrente destrucción del dinero fiduciaria Argentino -en promedio una por década en los últimos 70 años- lo hizo desaparecer, literalmente. Argentina no tiene dinero fiduciario; lo que hay es un papel que imprime el banco central, de uso obligatorio impuesto por el gobierno, mientras la población adopta voluntariamente al dólar Americano como su moneda fiduciaria de hecho. Por la Ley de Gresham, los habitantes de este país hacen las cuentas y ahorran en dólares mientras emplean los pesos como moneda basura circulante para efectuar sus pagos corrientes. La demanda de pesos por el piso y la impresión creciente de billetes por parte de los gobernantes, hacen de cualquier peso Argentino una moneda fiduciaria muerta. Así como Venezuela es el espejo contemporáneo del poder destructivo de la hegemonía socialista-comunista, Argentina es una muestra permanente del poder destructivo de la moneda fiduciaria monopólica. Así como la salida del régimen Venezolano será optar por el sano liberalismo económico y político, la salida de la inflación para los ciudadanos argentinos es optar por una sana moneda competitiva.

No es que el dólar sea una moneda de verdad, simplemente es mucho menos malo que cualquier peso Argentino. La cultura y los hábitos de consumo local, hacen del dólar la mejor alternativa. Este hecho, inmediatamente sugiere la solución al problema de la inflación crónica: la competencia monetaria. La sociedad toda, está demandando promulgar una ley que habilite la libre circulación y la libre adopción de cualquier moneda fiduciaria, incluidas las criptomonedas, permitiendo que las personas redacten sus contratos y efectúen pagos en la moneda de su elección. Seguramente, por la competencia, los usuarios elegirán dos o tres monedas, las mejores y más prácticas, al momento de su accionar económico. El gobierno preserva su potestad de emitir y recaudar impuestos en su moneda fiduciaria, pero tendrá que competir con una canasta de monedas, las cuales poseen igual jerarquía legal en los intercambios. El gobierno tendrá que disciplinar su gasto si pretende que su moneda sobreviva a la competencia.

Cualquier negocio, proyecto o emprendimiento nuevo o actual, proveniente de cualquier parte del mundo, podrá sugerir y emplear las monedas de su elección, financiarse con esas monedas, confeccionar los contratos y efectuar pagos con las mismas, sin que eso signifique ningún trauma para los usuarios y habitantes del país. Tampoco esto significará la promoción de lavado de dinero, proveniente del delito, más de lo que ocurre con el sistema centralizado hoy vigente en Argentina y el resto del mundo, ya que ésto queda determinado por el completo anonimato de las transacciones en efectivo. En caso de sospechas, siempre se puede abrir una acción judicial para determinar la eventual culpabilidad.

La implementación de este esquema de libre competencia formal entre monedas fiduciarias, tiene el efecto inmediato de eliminar el riesgo cambiario y confiscatorio en todas las inversiones y ahorros de los usuarios, lo cual provoca un salto enorme en la calidad de estas prestaciones. Emprendedores y ahorristas podrán asegurar sus operaciones eligiendo libremente las monedas que mejor le beneficien. Esto equivale a una mejora permanente y auspiciosa para el ahorro, la inversión, la producción y el ingreso.

La libre competencia entre monedas requiere de un esquema de libre comercio internacional que el gobierno puede impulsar de manera unilateral. Esta apertura, lejos de perjudicar a la industria nacional por la entrada de productos importados, por el contrario tendrá el mejor efecto beneficioso sobre la misma al permitir el incremento inmediato de la competitividad vía inversiones reales directas que arriban con sus propias monedas, provocando un salto técnico y productivo en todas las industrias. Esta mejora generalizada en la productividad industrial, generará un incremento enorme en las exportaciones, en la producción, en el empleo y el salario de los trabajadores, al mismo tiempo que desaparecen todos los problemas ligados a la pérdida del poder adquisitivo y la pérdida de valor de la moneda derivados del monopolio fiduciario.

Al final, con este saneamiento del sistema monetario del país, se alcanza un arreglo monetario competitivo puesto al servicio de la prosperidad. Más inversiones, más ahorro, más y mejor producción, más exportaciones, más y mejores empleos, mayor salario, más recaudación para el gobierno y mejor nivel de vida para toda la población. El gobierno de Cambiemos tiene esta alternativa para impulsar una agenda económica consistente con un país verdaderamente próspero: dado el estado actual de total destrucción del peso Argentino, es la competencia entre monedas fiduciarias la única opción de Una Moneda Fiduciaria para Argentina.

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