The Lost Generation
The whole theory underlying the full employment policies has by now of course been thoroughly discredited by the experience of the last few years. In consequence the economists are also beginning to discover its fatal intellectual defects which they ought to have seen all along.
Yet I fear the theory will still give us a lot of trouble: it has left us with a lost generation of economists who have learnt nothing else. One of our chief problems will be to protect our money against those economists who will continue to offer their quack remedies, the short-term effectiveness of which will continue to ensure them popularity. It will survive among blind doctrinaires who have always been convinced that they have the key to salvation.
F.A.Hayek
Choice in Currency: A Way to Stop Inflation
Page: 13
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miércoles, abril 14, 2010
We Must Protect Our Money
miércoles, abril 07, 2010
Proteccionismo Trágicamente Inmoral
En sintonía con este, este y este post de Scott Lincicome, y con este, este, este, este, y este post de Donald Boudreaux, quiero exponer mis argumentos morales a favor del libre comercio y, por ende, mis argumentos morales en contra del proteccionismo. Algo de esto ya hice al escribir esta, esta, esta, esta, esta, esta, esta, y esta nota. Permítame revisar algunos detalles fundamentales con cuidado. Print pdf.
El intercambio pacífico de bienes, lícitamente poseídos, entre dos o mas individuos es incuestionablemente beneficioso para ellos. Lo cual resulta independiente del valor económico de los bienes que se intercambian. Esto es así porque no existe un observador que pueda percibir o sentir lo que efectivamente perciben o sienten quienes practican un intercambio. Afortunadamente, no existe hombre alguno sobre la tierra munido con algún poder que le permita interpretar perfecta y completamente lo que otra persona percibe o siente. El único intérprete, si lo hay, es el individuo mismo. Con determinados conocimientos e información es el individuo, y solo el individuo, el mejor intérprete para decidir sobre las bondades y los perjuicios de sus intercambios.
Este hecho, trivialmente verdadero, permite concluir que cualquier interferencia de este tipo de intercambio entre individuos nunca será neutral. Tal interferencia significará algún perjuicio para “todas” las personas que llevan adelante los intercambios, y muy probablemente para el resto no involucrado. Surge inmediatamente la siguiente interrogante: ¿cuál es la autoridad moral con la que cuenta un observador al interferir el libre intercambio pacífico de bienes entre individuos, sabido que tal intercambio es beneficioso para ellos?. La respuesta contundente es: ninguna. No es de este universo quien se arrogue tal autoridad.
El beneficio del intercambio es independiente del valor económico de los bienes intercambiados. Sí una de las partes que participa en el intercambio decide disminuirle el valor a sus bienes, pues será que ha considerado adecuado hacerlo, y en ninguna circunstancia ese solo acto significa un perjuicio para el resto de los participantes.
Sí un observador externo, como puede ser un gobierno, decide que una tercera parte es netamente perjudicada por el hecho de que un participante restó valor a sus bienes es con los únicos argumentos de que él, como supuesto observador neutral, primero se ha dejado convencer de que tal intercambio mas barato genera un perjuicio sobre una tercera parte, segundo se considera el árbitro adecuado para observar y valorar beneficios y perjuicios, y tercero se cree habilitado para juzgar que el beneficio por intercambiar bienes mas baratos es inferior al perjuicio que tal intercambio le ocasiona a la tercera parte afectada por esa situación.
En cualquier caso, el juicio de tal observador nunca podrá ser neutral. La prueba que él reúna sobre beneficios y daños del intercambio finalmente depende de argumentos arbitrarios y subjetivos que se derivan precisamente de las arbitrariedades y subjetividades a las cuales, cualquier observador del comportamiento humano, apela a la hora de juzgar las valoraciones de los individuos. Entonces es improbable que su juicio sea justo al carecer de neutralidad.
La falta de neutralidad se basa en un principio elemental de ignorancia fundamental. En esencia cualquier observador ignora la subjetividad valorativa del resto de los individuos. Entonces tal observador solo podrá conocer algo de las valoraciones e intereses en juego sí en rigor es una de las partes. Por ejemplo, sí tal observador, el gobierno, es la tercera parte, entonces su juicio estará sesgado en favor a esta parte, ya que una tercera parte que reclama intervenir por sus legítimos intereses egoístas no admitirá un fallo altruista, pues en tal caso no reclamaría intervención.
Luego, sí el observador interviene e interfiere el intercambio, lo hace con el único argumento válido de beneficiar a una parte a costa de perjudicar al resto. Como el observador desconoce las valoraciones reales del intercambio entonces es casi seguro que su interferencia será perjudicial para toda la sociedad, a pesar de que circunstancialmente se esté beneficiando a una parte de ella.
Por ejemplo, cuando un gobierno decide restringir las importaciones de bienes lo que directamente provoca es que los consumidores no tengan acceso a esos bienes importados que deberán ser sustituidos por bienes domésticos seguramente mas caros y probablemente de peor calidad. Los trabajadores empleados en sectores que no pertenecen a los que producen bienes domésticos que sustituyen a los importados serán perjudicados pues están obligados a gastar sus ingresos en bienes mas caros. Y estos ingresos son transferidos a aquellos sectores y trabajadores de la industria domestica que resulta beneficiada por esta interferencia del gobierno.
El enigma moral que aparece aquí al restringir las importaciones es el siguiente: 1)¿con qué autoridad alguien decide sustraerle ingresos legítimos a un individuo para ser transferidos a otras personas?, 2)¿con qué autoridad alguien decide que los ingresos legítimamente poseídos y utilizados por una persona serán mas beneficiosos si se le sustrae y transfiere a otros individuos?. El enigma se resuelve respondiendo que la única autoridad es la inmoralidad de provocar daño a unos para beneficiar a otros. Lo cual significa un perjuicio para la sociedad.
Desafortunadamente, los individuos han soportado todo tipo de interferencias a sus intercambios a lo largo de la historia. Los grupos que se asocian con el observador (el gobierno) para obligarlo a interferir se encuentran activos en todas las economías del mundo. Los privilegios que estos grupos obtienen requieren de la interferencia. Interferencia que parece sumamente efectiva como instrumento para transferir beneficios a modo de un burdo juego de suma negativa: pequeños grupos se benefician mientras una gran mayoría se perjudica.
En este escenario la libertad de los individuos para intercambiar bienes soporta amenazas permanentes . Los individuos debemos aprender a luchar y defender esa libertad. Los resultados que hoy se observan en términos de prosperidad se explican por ciertas conquistas de esa libertad. Pero esa libertad cada tanto se encoge a tal extremo suficiente para fomentar el cultivo de grandes catástrofes sociales como la esclavitud del imperio Romano o el fascismo de los nazis.
Ese achicamiento sistemático del libre intercambio se ha llevado para siempre toda aquella porción de prosperidad como oportunidades desperdiciadas. Pérdida que hoy equivale a pobreza, hambre, miseria, e indigencia en el mundo. Esa pérdida, enorme, que consume la dignidad del hombre, es el costo por no creer, no confiar, y perturbar intencionalmente el libre intercambio. Esas severas restricciones a la libertad prevalecen aún hoy en nuestros días. Esas severas restricciones se llama proteccionismo. Ese Proteccionismo Trágicamente Inmoral.
Atte.
Juan Carlos Vera.
Buenos Aires, Argentina.
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viernes, abril 02, 2010
Aberración Keynesiana
La conclusión del modelo Keynesiano que vincula la variación del nivel general de precios de la economía con la velocidad de circulación del dinero es una aberración matemática. Esta aberración aparece, como en la física óptica, al intentar describir ciertos detalles utilizando un modelo que no los releva. La identidad Keynesiana PQ≡MV propone la existencia de una relación causa efecto entre el nivel de precios P y la velocidad de circulación del dinero V, afirmando que el problema inflacionario está determinado por V más que por la oferta monetaria M. Este enunciado de Keynes es falso. Espero probarlo a continuación. Print pdf.
El uso Keynesiano de la identidad supone la existencia de una entidad económica autónoma que no existe. Ese supuesto es falso, por lo que no puede garantizarse la verdad de los enunciados derivados de él. La conclusión de Keynes no puede escapar a este mandato universal de los silogismos. Permítame mirar con cuidado los detalles de la identidad.
El primer miembro de la identidad acepta, por simplicidad, que un cierto ente, llámese agregado nacional, genera una cantidad final Q de un bien cuyo precio es P. El producto aritmético de PQ=Y se denomina producto bruto doméstico o GDP por sus siglas en ingles. Hasta aquí, no hay nada nuevo mas que una simple definición derivada de algo que se dice existir. Aunque ella no prueba la existencia de ente alguno, se acepta como verdadera la definición de Y pues en sí misma es solo una definición.
Una transformación aritmética de la definición permite obtener, tautológicamente, la mencionada identidad Keynesiana. Quiero mostrar esta transformación en detalle:
Es bien evidente la construcción tautológica de la identidad. No quedan dudas de su veracidad. Este hecho constructivo es casi suficiente para sospechar sobre cualquier vínculo que se postule entre los componentes del primer y segundo mimbro de la identidad especialmente si esos vínculos proponen relaciones causa-efecto. Como dice Henry Hazlitt, “...el solo hecho de postular y escribir una ecuación matemática no es una prueba de que la relación propuesta existe..”. Por lo tanto, la identidad nada, pero absolutamente nada, dice sobre las relaciones causa efecto entre la componente P y la componente V. Pero es esta relación que efectivamente propone el modelo Keynesiano.
La forma tautológica de obtener V es lo que pudo conducir a Henry Hazlitt a concluir que “...en rigor V no existe, el dinero no circula, el dinero es intercambiado por bienes, cambia de manos al momento que los bienes cambian de manos...”. El mismos autor, citado por Jerry Bowyer, cuestionó el vinculo entre V y P “...pues aún suponiendo que el dinero circula, para que el dinero cambie de manos se requieren mas bienes finales...”. O sea Q no puede permanecer constante, por lo que V parece mas bien relacionada con Q y no con P.
El modelo PQ≡MV, no es una función sino una identidad. Por lo tanto no puede tomarse arbitrariamente como una función. Una función es entendida como una relación cualquiera entre conjuntos mientras que la identidad es una relación de “equivalencia” entre conjuntos. La identidad PQ≡MV dice que el conjunto de valores PQ es idéntico al conjunto de valores MV. Pero eso es todo lo que dice la identidad. Nada dice de los vínculos entre P, Q, M, y V. La identidad es un modelo que no permite mirar estos detalles, por lo que si es forzada a hacerlo lo mas probable es que se obtenga una aberración.
En general la identidad, al ser una mera tautología, solo permite concluir enunciados tautológicos. Por ejemplo decir que una variación en los precios es provocada por una variación en los precios, lo cual es tautológicamente verdadero. Pero esa tautología carece de significado práctico pues es similar a decir que Juan se llama Juan, o el agua es agua. Quiero probar matemáticamente esta tautología usando la identidad, con el correspondiente pedido de disculpas por las matemáticas utilizadas. Suponiendo a Q y M fijos, se tiene:
Con lo cual la tautología queda probada. Partiendo de la identidad Keynesiana, por simples trasformaciones tautológicamente verdaderas se llega al enunciado tautológico final: los cambios de precios son cambios de precios.
Jerry Browyer, en un excelente post, propone una mirada alternativa de la identidad Keynesiana, y prueba que la inflación está vinculada con la emisión monetaria y no con la velocidad de circulación del dinero. Browyer menciona que la teoría Keynesiana se sustenta sobre el análisis funcional el cual permite abordar adecuadamente la relación funcional entre variables pero no así la relación causal entre estas. Este hecho habría conducido a Keynes a abusar del lenguaje matemático suponiendo que las relaciones funcionales son equivalentes a relaciones causales. Keynes piensa a su identidad como una relación causal entre variables y propone vínculos arbitrarios entre ellas. Vínculos que no se contrastan con los hechos observables.
Éste truco Keynesiano, esbozado por Richard Ebeling, es identificado por Hayek, y en su famoso libro “The Critics of Keynesian Economics” Hazlitt lo parafrasea diciendo “...Keynes used the technique of obscure arguments followed by clear and triumphant conclusions...”; “... Keynes usó la técnica de argumentos oscuros seguidos por conclusiones claras y triunfalistas...”.
Aunque sé que resulta tedioso, quiero dejar una prueba bajo las condiciones en las cuales el enunciado de Keynes es verdadero. Suponga que existe el ente supuesto por Keynes. Luego la economía es una entidad de auto-consumo. Los productos que se generan no cambian de manos. Entonces el dinero no es necesario para hacer transacciones pues no hay transacciones. Entonces el enunciado es válido. La ausencia de dinero permite asegurar que el enunciado “M puede tomar cualquier valor arbitrario” no es falso, o sea es verdadero, y el enunciado “el nivel de precios de los productos puede ser elegido a voluntad” tampoco es falso, por lo que es verdadero. Con lo cual M y P pueden tomar cualquier valor, en particular aquellos en los cuales el cambio en V se corresponde completamente con un cambio en P. En estas condiciones Keynes tiene, inútilmente, toda la razón.
Al extender la situación anterior para permitir que exista un único bien intercambiable utilizando dinero, entonces el enunciado de Keynes no siempre se cumple. Hay un caso trivial en el cual, ya sea por cambios tecnológicos o por innovaciones en la producción del bien, éste puede producirse mas veces en un determinado periodo de tiempo lo cual es equivalente a incrementar la producción, y con ello los intercambios, con los mismos recursos, En este caso la cantidad de dinero M usada para intercambiar el bien se mantiene constante, el producto aritmético PQ aumente porque aumenta Q, con lo cual la velocidad de circulación del dinero (PQ/M) aumenta mientras los precios pueden permanecer fijos e incluso disminuir por el mismo incremento de la oferta del bien. Esto contradice el enunciado de Keynes. Dado que esta trivialidad viola el enunciado Keynesiano, entonces se concluye que dicho enunciado es falso, en general.
Al inferir relaciones causales entre componentes de una identidad ignorando los determinantes fundamentales de esos componentes se queda expuesto a suponer vínculos que no existen y despreciar otros que son relevantes con lo cual no podrá garantizarse el estado de verdad de los enunciados finales del razonamiento que utilice esos supuestos, aunque este razonamiento sea correcto o elegante. Es probable entonces que debajo de esa conclusión correcta o elegante descanse una aberración.
Una identidad cualquiera, concebida a la Keynes y que abundan en la teoría Keynesiana, no escapa a esta regla general. Por lo tanto si uno descubre que a partir de ella se inventan relaciones entre componentes o variables, mas allá del rigor matemático utilizado para obtener conclusiones, por oficio uno podrá descubrir e identificar la trampa. El caso particular que ocupa esta nota permitió desvestir esa trampa y revelar que la teoría de la circulación monetaria de Keynes es solo otra Aberración Keynesiana.
Atte.
Juan Carlos Vera
Buenos Aires, Argentina.
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