Esta regla general es especialmente relevante en los intercambios indirectos (intercambios interpersonales donde se intercambian medios de satisfacción por medios de cambio). Las personas intercambian medios de satisfacción por un medio de cambio en el presente para consumir o producir medios de satisfacción en un futuro más o menos inmediato. Estos medios de satisfacción se valoran previos a ser intercambiados y de allí se derivan las decisiones de adquirirlos o no, de comparar más o menos de ellos, de demandarlos u ofrecerlos. Las valoraciones de los medios de satisfacción siempre preceden a su oferta y su demanda efectiva. Estas valoraciones reunidas en el mercado y expresadas en términos de un medio de cambio (moneda) se reconocen como los precios monetarios de los medios de satisfacción (bienes económicos).
En la base de estas valoraciones se encuentra la historia reciente (pasado y presente) de los precios. No obstante, como los medios de satisfacción sólo generan satisfacción futura, el ser humano se ve forzado a especular respecto a los precios futuros de los mismos y actuar en consecuencia. En una economía monetaria (donde cada intercambio involucra al dinero) la especulación sobre los precios es una especulación dual sobre el valor de cambio (poder de compra) del dinero. Mises lo dice así: “...En la medida en que él cree que el futuro diferirá del presente y del pasado, él modifica sus valoraciones y apreciaciones. Esto no es menos cierto respecto a la moneda que respecto a todos los bienes transables. En este sentido se puede decir que el poder de compra de hoy es una anticipación del poder de compra del futuro…” Lo relevante es que las valoraciones actuales (de medios de satisfacción y medios de cambio) quedan determinadas tanto por su pasado y presente conocidos como por una especulación acerca de su futuro.
La especulación sobre los precios afecta a la demanda/oferta de dinero. La anticipación del poder de compra del dinero determina no sólo lo que una persona decide comprar o vender de cada medio de satisfacción sino también su tenencia total de efectivo o demanda/oferta de dinero. Si una persona espera un aumento en el precio de un medio de satisfacción (lo cual equivale a suponer una pérdida del poder del dinero para comprarlo) en el futuro, entonces adelantará las compras de ese bien y, consecuentemente, contraerá su tenencia actual de efectivo; en caso contrario, expandirá dicha tenencia postergando o reduciendo sus consumos.
Mises adelanta los efectos que la anticipación ocasiona sobre la demanda de dinero: “...En la medida en que tales anticipaciones especulativas se limitan a pocos commodities, ellas no provocan una tendencia general a cambiar las tenencias de dinero. Pero esto es diferente si las personas creen que se está en vísperas de un gran cambio en el poder de compra inducido por el dinero. Si las personas esperan que los precios monetarios de todos los bienes suban o bajen, ellos expanden o contraen sus compras, con lo cual contraen o expanden respectivamente sus tenencias de dinero actual…”
Mises también advierte sobre las consecuencias iniciales de la persistencia temporal de una tendencia alcista en los precios “...Pero una vez que el público está convencido que el incremento en la cantidad de dinero continuará sin cesar y que consecuentemente los precios de los commodities y servicios continuarán subiendo, todas la personas se vuelven ansiosas por comprar tanto como sea posible y contraen su tenencia de efectivo a un tamaño mínimo. Porque bajo estas circunstancias los costos incurridos por mantener la tenencia de efectivo aumentan por las pérdidas causadas por la progresiva caída del poder de compra. Las ventajas de tener efectivo deben pagarse con sacrificios que se consideran excesivamente gravosos…”
Adicionalmente, Mises advierte sobre el final catastrófico de esta tendencia. “...Eventualmente se alcanza una situación donde los precios a los cuales las personas estarían dispuestas a desprenderse de los bienes reales descuentan a tal punto el avance esperado en la caída del poder de compra que nadie tiene suficiente cantidad de efectivo disponible para pagarlos…” Este es el límite temporal del poder de compra del dinero: la aniquilación del sistema monetario. Llegado ese punto desaparece la moneda, la cual debe ser reemplazada por otro sistema u otro medio de pago.
Una tendencia anticipatoria inversa donde más y más personas estabilizan su tenencia de dinero provocará un incremento o estabilización del poder de compra lo cual lleva a establecer y fortalecer ese servicio fundamental ofrecido por un medio de pago: el de minimizar las fricciones (enormes asimetrías de intercambiabilidad) en los intercambios interpersonales de medios de satisfacción. Mientras más y más personas mantienen sus tenencias de efectivo, se consolida su uso como medio de pago, como moneda. Así se crea y sostiene una moneda mientras se estabiliza o crece su poder de compra.
Por la tendencia anticipatoria de la acción humana se crea una relación causal invariante entre la cantidad de dinero y el vértigo con el que éste circula en la población: la cantidad de dinero se vuelve la causa última de la creación/aniquilación monetaria. Basta que el público advierta el efecto de la emisión monetaria sobre su poder de compra, para que se generalice una tendencia anticipatoria hacia la creación o hacia la aniquilación del medio de pago. Este es el inevitable poder de la especulación.
En la base de estas valoraciones se encuentra la historia reciente (pasado y presente) de los precios. No obstante, como los medios de satisfacción sólo generan satisfacción futura, el ser humano se ve forzado a especular respecto a los precios futuros de los mismos y actuar en consecuencia. En una economía monetaria (donde cada intercambio involucra al dinero) la especulación sobre los precios es una especulación dual sobre el valor de cambio (poder de compra) del dinero. Mises lo dice así: “...En la medida en que él cree que el futuro diferirá del presente y del pasado, él modifica sus valoraciones y apreciaciones. Esto no es menos cierto respecto a la moneda que respecto a todos los bienes transables. En este sentido se puede decir que el poder de compra de hoy es una anticipación del poder de compra del futuro…” Lo relevante es que las valoraciones actuales (de medios de satisfacción y medios de cambio) quedan determinadas tanto por su pasado y presente conocidos como por una especulación acerca de su futuro.
La especulación sobre los precios afecta a la demanda/oferta de dinero. La anticipación del poder de compra del dinero determina no sólo lo que una persona decide comprar o vender de cada medio de satisfacción sino también su tenencia total de efectivo o demanda/oferta de dinero. Si una persona espera un aumento en el precio de un medio de satisfacción (lo cual equivale a suponer una pérdida del poder del dinero para comprarlo) en el futuro, entonces adelantará las compras de ese bien y, consecuentemente, contraerá su tenencia actual de efectivo; en caso contrario, expandirá dicha tenencia postergando o reduciendo sus consumos.
Mises adelanta los efectos que la anticipación ocasiona sobre la demanda de dinero: “...En la medida en que tales anticipaciones especulativas se limitan a pocos commodities, ellas no provocan una tendencia general a cambiar las tenencias de dinero. Pero esto es diferente si las personas creen que se está en vísperas de un gran cambio en el poder de compra inducido por el dinero. Si las personas esperan que los precios monetarios de todos los bienes suban o bajen, ellos expanden o contraen sus compras, con lo cual contraen o expanden respectivamente sus tenencias de dinero actual…”
Mises también advierte sobre las consecuencias iniciales de la persistencia temporal de una tendencia alcista en los precios “...Pero una vez que el público está convencido que el incremento en la cantidad de dinero continuará sin cesar y que consecuentemente los precios de los commodities y servicios continuarán subiendo, todas la personas se vuelven ansiosas por comprar tanto como sea posible y contraen su tenencia de efectivo a un tamaño mínimo. Porque bajo estas circunstancias los costos incurridos por mantener la tenencia de efectivo aumentan por las pérdidas causadas por la progresiva caída del poder de compra. Las ventajas de tener efectivo deben pagarse con sacrificios que se consideran excesivamente gravosos…”
Adicionalmente, Mises advierte sobre el final catastrófico de esta tendencia. “...Eventualmente se alcanza una situación donde los precios a los cuales las personas estarían dispuestas a desprenderse de los bienes reales descuentan a tal punto el avance esperado en la caída del poder de compra que nadie tiene suficiente cantidad de efectivo disponible para pagarlos…” Este es el límite temporal del poder de compra del dinero: la aniquilación del sistema monetario. Llegado ese punto desaparece la moneda, la cual debe ser reemplazada por otro sistema u otro medio de pago.
Una tendencia anticipatoria inversa donde más y más personas estabilizan su tenencia de dinero provocará un incremento o estabilización del poder de compra lo cual lleva a establecer y fortalecer ese servicio fundamental ofrecido por un medio de pago: el de minimizar las fricciones (enormes asimetrías de intercambiabilidad) en los intercambios interpersonales de medios de satisfacción. Mientras más y más personas mantienen sus tenencias de efectivo, se consolida su uso como medio de pago, como moneda. Así se crea y sostiene una moneda mientras se estabiliza o crece su poder de compra.
Por la tendencia anticipatoria de la acción humana se crea una relación causal invariante entre la cantidad de dinero y el vértigo con el que éste circula en la población: la cantidad de dinero se vuelve la causa última de la creación/aniquilación monetaria. Basta que el público advierta el efecto de la emisión monetaria sobre su poder de compra, para que se generalice una tendencia anticipatoria hacia la creación o hacia la aniquilación del medio de pago. Este es el inevitable poder de la especulación.
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