Un patrón común caracteriza a un régimen totalitario: manipuleo de la información para engañar, dominar y reinar. Eso es bien evidente por lo que sabemos hoy de los, no bien extintos, regímenes totalitarios de la desaparecida Unión Soviética y de la China comunista. Este manipuleo es bien evidente en el único régimen comunista residual hoy instalado en Cuba y en los incipientes regímenes totalitarios emergentes en Venezuela, Bolivia, y Ecuador.
El totalitarismo se basa en el control total de todos los órdenes que sustentan una sociedad. De estos órdenes, el sistema de información es crucial. Este sistema es tan determinante que cuando el mecanismo de control que usa el todopoderoso se vuelve permeable a la verdadera información, entonces el todopoderoso sucumbe. Eso es lo que destruyó a la Unión Soviética y es lo que terminará de liquidar a la China comunista. El comunismo manipulador todavía sobrevive en China tal como lo revelan diversos estudios que dan cuenta sobre cómo las autoridades orientales, en complicidad con ciertas corporaciones occidentales privilegiadas, están manipulando y mintiendo con las estadísticas oficiales. Un buen artículo, publicado el día 2 de Septiembre pasado en el periódico La Nación, advierte sobre este hecho.
En Latinoamérica, países como Venezuela y Bolivia han colmado sus direcciones de estadística con hordas de agentes que responden íntegramente a deseos dictatoriales del poder político, de modo que el relevamiento y procesamiento de datos que hoy se hace en estos organismos carece plenamente de valor científico y utilidad social. Tales organismos son, nada mas y nada menos, meras agencias públicas al servicio del poder totalitario. Es mas, las estadísticas de Venezuela ya no se presentan en publicaciones estadísticas para la consideración internacional.
Lamentablemente, países con buena tradición estadística como Argentina y Ecuador están imitando a Venezuela. Varios agentes de carrera, con tradición académica y científica, han sido desplazados de sus lugares de trabajo para reemplazarlos con personal que responde a cierto poder hegemónico y que no ha probado su solidez conceptual ni ha acreditado la experiencia suficiente que ameritan estos cargos de generación de información confiable. Lo llamativo de la situación es que esta clase de mutación se da en plena democracia. Con gobiernos elegidos por mayorías absolutas aparentemente encantadas por un hábil estafador. Es que estos países han virado históricamente para canalizar un neo-totalitarismo?. O son estos avances meros llamados a mejorar la calidad de la selección de gobernantes y la administración que ellos ejecutan?.
En rigor, solo imagino un destino final. Con similar grado de rigurosidad, se puede concluir que muchos de los mortales nos hemos dado cuenta de lo que está pasando. Queda en el espirito de nuestra interpretación de la vida democrática saber elegir lo que queremos dejar a las generaciones futuras en Argentina en particular y en Latinoamérica en general. Cabe a nuestra responsabilidad, y a nuestra posibilidad de acción, al menos el intento para frenar al totalitarismo. Lo paradójico es que nuestra decisión creará ese desconocido destino, el cual quedará sellado al "avalar", o no, aquella gran estafa.
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