Ludwig von Mises demostró —en su obra principal, Human Action, Chapter XVI.4, (347-354)— la esterilidad y falsedad de los supuestos e inferencias del enfoque matemático: es gimnasia intelectual estéril y dañina, dijo. Mises identifica tres grupos distintos en el desarrollo conceptual de la economía matemática: los empiristas (estadísticos), los relativistas (truequistas) y los mecanicistas (newtonianos).
Empiristas
Los empiristas intentan reducir la economía a una ciencia empírica cuantitativa. Se sabe que no existe tal cosa llamada “economía cuantitativa” porque lo único cuantitativo de la economía son datos históricos. Los empiristas pretenden obtener conocimiento económico mediante recolección, análisis y modelación de datos históricos; suponen que las leyes y teoremas económicos se pueden inferir de la experiencia histórica. Pero la experiencia histórica es la experiencia de un fenómeno complejo, desde donde no es posible inferir fuentes de cambio, desde donde no es posible confirmar cadenas de causalidad. Por ejemplo, las estadísticas de precios o de comercio son historia económica; esos datos de historia económica no sirven para inferir relaciones fijas entre precios y cantidades porque no provienen de una historia experimental controlada.
Además, en economía no existen las relaciones constantes. La noción ceteris paribus entre precio, oferta y demanda es una noción a priori, no verificable experimentalmente. En la operación del mercado no existe el ceteris paribus. El ceteris paribus es un dispositivo mental a priori usado para entender el proceso de mercado. El mercado es operado por personas guiadas por valoraciones subjetivas, cuyo comportamiento es siempre indeterminado en el sentido de que no existe hasta que ellas actúan. Incluso, ante los mismo cambios externos, las personas exhiben conductas dispares y completamente distintas unas de otras; no hay dos personas iguales, ni actos equivalentes ni valoraciones comparables. Los economistas cuantitativos ignoran estas verdades.
Pero hay algo mucho más grave con este enfoque. Los economistas cuantitativos quedan flagrantemente atrapados en su propia contradicción: sus propios modelos son a priori, preceden a los datos económicos que ellos modelan porque la deliberación precede a la formulación, con lo cual su ciencia ya no es empírica sino esencialmente a priori. Sus modelos econométricos y series de tiempo, vienen del campo de la estadística y la probabilidad; si ellos descubrieran alguna ley, esas serían leyes estadísticas o probabilísticas y no leyes económicas. Claramente, los fenómenos económicos no son fenómenos emergentes estadísticos o probabilísticos; el fenómeno económico es cooperación social en el mercado, es el proceso de mercado. Este último argumento decreta la sentencia de muerte para el fallido enfoque de economía cuantitativa.
Relativistas
Mises sostiene que un segundo grupo de economistas, los relativistas, intentan desarrollar su economía matemática mediante la relación entre precios y costos. Pretenden describir los problemas catalácticos formulando ecuaciones y dibujando curvas de precios y costos relativos ignorando el proceso de mercado con dinero. En su intento, niegan el hecho praxeológico más evidente que es la operación del mercado y el uso del dinero en el cálculo económico. Sin dinero no hay cálculo económico posible; en buena parte el éxito del mercado, como proceso de cooperación social, se debe al cálculo monetario.
Se sabe que en todo intercambio siempre se valora más el bien que se recibe del que se entrega a cambio; se sabe que las personas que intercambian discrepan en la valoración de los bienes intercambiados; y se sabe que un emprendedor produce un bien sólo si el valor de sus ventas supera al valor que le asigna a los insumos de producción. Estos son teoremas de la praxeología. Pero sin moneda ni precios monetarios, tanto los intercambios como los emprendimientos tienen un alcance muy limitado.
Un emprendedor no podrá hacer sus cuentas si no hay un mercado donde se determinen precios monetarios. Así lo dice Mises: “…si no hay intercambio indirecto y si ningún medio de cambio es de uso común, el emprendedor tendrá éxito, es decir podrá anticipar correctamente el estado futuro del mercado, sólo si tiene un intelecto sobrehumano. Él debería tener a mano todas las tasas de cambio determinadas en el mercado de trueque de tal manera como para asignar precisamente en sus deliberaciones el correspondiente lugar a cada bien de acuerdo a estas tasas.”
Hay un problema adicional con este enfoque. Los relativistas, en su empeño matematizador, sugieren hacer las cuentas en base a un pack de precios y costos incomparables: precios y costos en especies. Los precios del trueque son listas de cantidades de bienes contra las cuales un vendedor está dispuesto a intercambiar una oferta de un bien; y los costos hacen referencias a cantidades complejas de bienes insumidos en la producción del bien. De ser posible obtenerlos, estos precios y costos son no comparables entre sí por lo que no sirven para hacer cálculo económico.
Entonces, para poder usar precios y costos en especies, los relativistas se ven obligados a expresarlos en término de un único bien que haga de medio de pago común, emulando así aquello que hacen los precios monetarios en el mercado. Pero como no hay un mercado donde se determinan estos precios con medio de pago común, entonces la teoría de los relativistas se desploma por sus inevitables contradicciones.
En un acto desesperado por rescatar su fallido enfoque del desastre inminente, los relativistas proponen el aún más desastroso absurdo de realizar cuentas económicas en términos de unidades de utilidad. Llaman a esta estrategia como “análisis de utilidad”. El hecho es que nadie conoce esta utilidad, nadie puede obtener, observar, medir o registrar esta utilidad. Incluso a los fines de este enfoque, esta utilidad carece de significado epistemológico y nada dice acerca del fenómeno cataláctico del proceso de mercado estudiado en la ciencia económica.
Mecanicistas
La característica principal de este grupo es que ellos abordan el tratamiento epistemológico de los problemas catalácticos ignorando el proceso de mercado. Ellos pretenden construir la teoría económica de acuerdo a los principios de la mecánica clásica de la física. La mecánica es la parte de la física que estudia el movimiento de los objetos. Pero en la economía no hay absolutamente nada similar al movimiento estudiado por la física. La ciencia económica es pura acción humana, es conducta intencional de los humanos.
En la naturaleza todo se mueve, todo cambia. De allí la necesidad de estudiar el movimiento, el cambio en los fenómenos naturales. Se observan los cambios a nivel marginal y se formalizan mediante ecuaciones diferenciales y curvas que describen y explican esos cambios. A partir de ciertas condiciones iniciales, la resolución de estos modelos permite derivar funciones de comportamiento y predecir la evolución de los fenómenos físicos.
Un ejemplo claro es la tercera ley de Newton: F=ma=mr̈ (fuerza F igual a masa m por aceleración a, donde r̈ es la derivada segunda de la posición respecto al tiempo). Esta es una ecuación diferencial de segundo orden que caracteriza el ritmo del cambio de un sistema clásico (en un espacio euclideo) cuya resolución permite determinar las trayectorias (posición y velocidad) de los objetos a lo largo del tiempo. En general, cualquier mecánica en la física (clásica, estadística, relativista, cuántica) formula sus respectivas ecuaciones de movimiento como ecuaciones diferenciales.
Los economistas mecanicistas intentan formular ecuaciones de movimiento, similares, para la economía. Pero, como ya se dijo, en economía no existen problemas de movimiento como los de la física.
En la naturaleza, la formalización matemática es posible porque existen relaciones fijas entre elementos o atributos del fenómeno. Por ejemplo, en su tercera ley, Newton descubre y describe una relación fija, mediada por la masa, entre la fuerza y la aceleración de los cuerpos que se mueven en el vacío, de modo que a mayor masa menor será el efecto de una fuerza sobre el desplazamiento del objeto. La formalización matemática de esta regularidad describe y explica este fenómeno.
En acción humana, en economía en particular, no existen tales relaciones fijas entre elementos o atributos del fenómeno, por lo que cualquier ecuación de movimiento es teóricamente estéril. El objeto de estudio de la economía es el proceso de mercado. Los mecanicistas ignoran el proceso de mercado. La fuente de esta diferencia entre la naturaleza y la acción humana está muy bien explicada por Mises.
Los físicos observan regularidad de los cambios en los elementos o atributos del sistema mientras ellos desconocen las fuerzas última que los impulsan. Por ejemplo, se puede describir la electricidad mientras se desconoce lo que es. La concatenación regular observable se expresa mediante ecuaciones diferenciales que permitirán determinar la evolución del estado del sistema.
En praxeología ocurre exactamente lo contrario. El hecho inicial es que las personas buscan intencionalmente los cambios. Esta es la causa última que los impulsa. Este es el primer conocimiento a priori de la economía. A partir de este principio, se deducen las consecuencias lógicas y los ajustes de la acción humana para que esos cambios ocurran. Así se obtienen las leyes, la regularidad, en la praxeología y en economía. Esta regularidad es a priori y no derivada de la experiencia. Los procesos de cambio y ajustes así obtenidos se llaman procesos praxeológicos que, para el caso de la economía, son los procesos de mercado.
Conclusión
Claro que las ecuaciones de la mecánica tienen implicaciones prácticas significativas. Toda la civilización moderna se basa en los desarrollos matemáticos de la física. Y las nuevas civilizaciones lo seguirán haciendo. Pero esto no quiere decir que la economía se vuelve una ciencia exacta. Los actos humanos ocurren en la naturaleza y el ser humano siempre busca aprovechar a su beneficio todo aquello que la naturaleza ofrece; al hacer esto, el humano queda obligado a estudiar y entender las leyes de la naturaleza que son precisamente formuladas en el lenguaje matemático de los físicos.
Las ecuaciones diferenciales para describir equilibrios, junto a sus variantes dinámicas que incorporan parámetros temporales, no tienen ninguna significancia epistemológica para la economía. Los modelos matemáticos son estériles porque ignoran el proceso de mercado. Más aun, el proceso de mercado es estrictamente no matematizable porque las implicancias inevitables que las valoraciones subjetivas tienen sobre la acción humana impiden la emergencia de regularidades praxeológicas con relaciones fijas. Además, el proceso de mercado es el objeto de estudio de la economía, lo cual declara la defunción definitiva para toda la economía matemática.
Read All... Leer Todo...
Empiristas
Los empiristas intentan reducir la economía a una ciencia empírica cuantitativa. Se sabe que no existe tal cosa llamada “economía cuantitativa” porque lo único cuantitativo de la economía son datos históricos. Los empiristas pretenden obtener conocimiento económico mediante recolección, análisis y modelación de datos históricos; suponen que las leyes y teoremas económicos se pueden inferir de la experiencia histórica. Pero la experiencia histórica es la experiencia de un fenómeno complejo, desde donde no es posible inferir fuentes de cambio, desde donde no es posible confirmar cadenas de causalidad. Por ejemplo, las estadísticas de precios o de comercio son historia económica; esos datos de historia económica no sirven para inferir relaciones fijas entre precios y cantidades porque no provienen de una historia experimental controlada.
Además, en economía no existen las relaciones constantes. La noción ceteris paribus entre precio, oferta y demanda es una noción a priori, no verificable experimentalmente. En la operación del mercado no existe el ceteris paribus. El ceteris paribus es un dispositivo mental a priori usado para entender el proceso de mercado. El mercado es operado por personas guiadas por valoraciones subjetivas, cuyo comportamiento es siempre indeterminado en el sentido de que no existe hasta que ellas actúan. Incluso, ante los mismo cambios externos, las personas exhiben conductas dispares y completamente distintas unas de otras; no hay dos personas iguales, ni actos equivalentes ni valoraciones comparables. Los economistas cuantitativos ignoran estas verdades.
Pero hay algo mucho más grave con este enfoque. Los economistas cuantitativos quedan flagrantemente atrapados en su propia contradicción: sus propios modelos son a priori, preceden a los datos económicos que ellos modelan porque la deliberación precede a la formulación, con lo cual su ciencia ya no es empírica sino esencialmente a priori. Sus modelos econométricos y series de tiempo, vienen del campo de la estadística y la probabilidad; si ellos descubrieran alguna ley, esas serían leyes estadísticas o probabilísticas y no leyes económicas. Claramente, los fenómenos económicos no son fenómenos emergentes estadísticos o probabilísticos; el fenómeno económico es cooperación social en el mercado, es el proceso de mercado. Este último argumento decreta la sentencia de muerte para el fallido enfoque de economía cuantitativa.
Relativistas
Mises sostiene que un segundo grupo de economistas, los relativistas, intentan desarrollar su economía matemática mediante la relación entre precios y costos. Pretenden describir los problemas catalácticos formulando ecuaciones y dibujando curvas de precios y costos relativos ignorando el proceso de mercado con dinero. En su intento, niegan el hecho praxeológico más evidente que es la operación del mercado y el uso del dinero en el cálculo económico. Sin dinero no hay cálculo económico posible; en buena parte el éxito del mercado, como proceso de cooperación social, se debe al cálculo monetario.
Se sabe que en todo intercambio siempre se valora más el bien que se recibe del que se entrega a cambio; se sabe que las personas que intercambian discrepan en la valoración de los bienes intercambiados; y se sabe que un emprendedor produce un bien sólo si el valor de sus ventas supera al valor que le asigna a los insumos de producción. Estos son teoremas de la praxeología. Pero sin moneda ni precios monetarios, tanto los intercambios como los emprendimientos tienen un alcance muy limitado.
Un emprendedor no podrá hacer sus cuentas si no hay un mercado donde se determinen precios monetarios. Así lo dice Mises: “…si no hay intercambio indirecto y si ningún medio de cambio es de uso común, el emprendedor tendrá éxito, es decir podrá anticipar correctamente el estado futuro del mercado, sólo si tiene un intelecto sobrehumano. Él debería tener a mano todas las tasas de cambio determinadas en el mercado de trueque de tal manera como para asignar precisamente en sus deliberaciones el correspondiente lugar a cada bien de acuerdo a estas tasas.”
Hay un problema adicional con este enfoque. Los relativistas, en su empeño matematizador, sugieren hacer las cuentas en base a un pack de precios y costos incomparables: precios y costos en especies. Los precios del trueque son listas de cantidades de bienes contra las cuales un vendedor está dispuesto a intercambiar una oferta de un bien; y los costos hacen referencias a cantidades complejas de bienes insumidos en la producción del bien. De ser posible obtenerlos, estos precios y costos son no comparables entre sí por lo que no sirven para hacer cálculo económico.
Entonces, para poder usar precios y costos en especies, los relativistas se ven obligados a expresarlos en término de un único bien que haga de medio de pago común, emulando así aquello que hacen los precios monetarios en el mercado. Pero como no hay un mercado donde se determinan estos precios con medio de pago común, entonces la teoría de los relativistas se desploma por sus inevitables contradicciones.
En un acto desesperado por rescatar su fallido enfoque del desastre inminente, los relativistas proponen el aún más desastroso absurdo de realizar cuentas económicas en términos de unidades de utilidad. Llaman a esta estrategia como “análisis de utilidad”. El hecho es que nadie conoce esta utilidad, nadie puede obtener, observar, medir o registrar esta utilidad. Incluso a los fines de este enfoque, esta utilidad carece de significado epistemológico y nada dice acerca del fenómeno cataláctico del proceso de mercado estudiado en la ciencia económica.
Mecanicistas
La característica principal de este grupo es que ellos abordan el tratamiento epistemológico de los problemas catalácticos ignorando el proceso de mercado. Ellos pretenden construir la teoría económica de acuerdo a los principios de la mecánica clásica de la física. La mecánica es la parte de la física que estudia el movimiento de los objetos. Pero en la economía no hay absolutamente nada similar al movimiento estudiado por la física. La ciencia económica es pura acción humana, es conducta intencional de los humanos.
En la naturaleza todo se mueve, todo cambia. De allí la necesidad de estudiar el movimiento, el cambio en los fenómenos naturales. Se observan los cambios a nivel marginal y se formalizan mediante ecuaciones diferenciales y curvas que describen y explican esos cambios. A partir de ciertas condiciones iniciales, la resolución de estos modelos permite derivar funciones de comportamiento y predecir la evolución de los fenómenos físicos.
Un ejemplo claro es la tercera ley de Newton: F=ma=mr̈ (fuerza F igual a masa m por aceleración a, donde r̈ es la derivada segunda de la posición respecto al tiempo). Esta es una ecuación diferencial de segundo orden que caracteriza el ritmo del cambio de un sistema clásico (en un espacio euclideo) cuya resolución permite determinar las trayectorias (posición y velocidad) de los objetos a lo largo del tiempo. En general, cualquier mecánica en la física (clásica, estadística, relativista, cuántica) formula sus respectivas ecuaciones de movimiento como ecuaciones diferenciales.
Los economistas mecanicistas intentan formular ecuaciones de movimiento, similares, para la economía. Pero, como ya se dijo, en economía no existen problemas de movimiento como los de la física.
En la naturaleza, la formalización matemática es posible porque existen relaciones fijas entre elementos o atributos del fenómeno. Por ejemplo, en su tercera ley, Newton descubre y describe una relación fija, mediada por la masa, entre la fuerza y la aceleración de los cuerpos que se mueven en el vacío, de modo que a mayor masa menor será el efecto de una fuerza sobre el desplazamiento del objeto. La formalización matemática de esta regularidad describe y explica este fenómeno.
En acción humana, en economía en particular, no existen tales relaciones fijas entre elementos o atributos del fenómeno, por lo que cualquier ecuación de movimiento es teóricamente estéril. El objeto de estudio de la economía es el proceso de mercado. Los mecanicistas ignoran el proceso de mercado. La fuente de esta diferencia entre la naturaleza y la acción humana está muy bien explicada por Mises.
Los físicos observan regularidad de los cambios en los elementos o atributos del sistema mientras ellos desconocen las fuerzas última que los impulsan. Por ejemplo, se puede describir la electricidad mientras se desconoce lo que es. La concatenación regular observable se expresa mediante ecuaciones diferenciales que permitirán determinar la evolución del estado del sistema.
En praxeología ocurre exactamente lo contrario. El hecho inicial es que las personas buscan intencionalmente los cambios. Esta es la causa última que los impulsa. Este es el primer conocimiento a priori de la economía. A partir de este principio, se deducen las consecuencias lógicas y los ajustes de la acción humana para que esos cambios ocurran. Así se obtienen las leyes, la regularidad, en la praxeología y en economía. Esta regularidad es a priori y no derivada de la experiencia. Los procesos de cambio y ajustes así obtenidos se llaman procesos praxeológicos que, para el caso de la economía, son los procesos de mercado.
Conclusión
Claro que las ecuaciones de la mecánica tienen implicaciones prácticas significativas. Toda la civilización moderna se basa en los desarrollos matemáticos de la física. Y las nuevas civilizaciones lo seguirán haciendo. Pero esto no quiere decir que la economía se vuelve una ciencia exacta. Los actos humanos ocurren en la naturaleza y el ser humano siempre busca aprovechar a su beneficio todo aquello que la naturaleza ofrece; al hacer esto, el humano queda obligado a estudiar y entender las leyes de la naturaleza que son precisamente formuladas en el lenguaje matemático de los físicos.
Las ecuaciones diferenciales para describir equilibrios, junto a sus variantes dinámicas que incorporan parámetros temporales, no tienen ninguna significancia epistemológica para la economía. Los modelos matemáticos son estériles porque ignoran el proceso de mercado. Más aun, el proceso de mercado es estrictamente no matematizable porque las implicancias inevitables que las valoraciones subjetivas tienen sobre la acción humana impiden la emergencia de regularidades praxeológicas con relaciones fijas. Además, el proceso de mercado es el objeto de estudio de la economía, lo cual declara la defunción definitiva para toda la economía matemática.