La propiedad es tan omnipresente que a menudo ignoramos su trascendencia. Tal vez así lo sea porque es como un obsequio de la naturaleza humana. Es como la gravedad de la tierra: desconocemos su importancia mientras disponemos de ella pero su relevancia se nos aparece en su ausencia. Por ejemplo, la propiedad privada está condicionada por la violencia que surge en el contexto de la vida social del individuo. Dentro de ese marco, la violencia sobre la propiedad privada provoca un deterioro en el desempeño social de cada persona, destacándose así el papel crucial de la propiedad en la supervivencia. De aquí la necesidad de entender el significado del término "sociedad".
Qué es la sociedad? Una sociedad no es ni un ente ni un lugar. No constituye autonomía. No existe sin la voluntad humana. No es un organismo1 constituido por personas así como lo es un ser vivo formado por órganos fisiológicamente conectados. Mises lo deja claro: "la sociedad es cooperación, es acción humana concertada", es una manifestación de la voluntad humana. Es sólo eso.
El individuo y la concertación de los actos derivados de su mente es lo único relevante en una sociedad. Siempre está la voluntad de cada persona eligiendo cooperar o no cooperar; este es el inicio y el fin de una sociedad. Incluso en las situaciones más denigrantes de la condición humana, como en la esclavitud, es el individuo en su más profunda intimidad quien elige cooperar o no. Mises sostiene que para cada persona siempre existe la extrema opción del suicidio. De la voluntad del individuo surge la cooperación.
Dado que la voluntad del individuo determina la cooperación, entonces el individuo es dueño de su cuerpo y su mente, por lo que también es dueño de todo aquello que puede obtener usando su cuerpo y su mente. Negar esto significa negar la voluntad, negar los medios primarios de subsistencia. De la voluntad se deriva la primera propiedad del ser humano: su cuerpo, su mente y todos sus derivados. Junto a esta primera propiedad surge el derecho humano fundamental a disponer plenamente de ella.
La vida en sociedad no puede anular el principio (original) de la propiedad privada. La cooperación, la concertación de actos humanos, nunca anula la propiedad porque esto generaría inconsistencia natural y contradicción conceptual con la propiedad misma. Hans Hermann Hoppe deriva de aquí uno de los principio fundamentales de la ética, el principio de no agresión: "…ninguna persona tiene el derecho de interferir u obstaculizar el pleno dominio del cuerpo, la mente y los bienes de los demás…"
El principio de no agresión establece las bases para la libre producción y el libre intercambio, establece las bases del libre mercado y el sano capitalismo. Un reino social establecido bajo este principio nunca puede ser violento o agresivo con la propiedad privada. Bajo este reino la cooperación siempre es pacífica porque precisamente se establece sobre el principio donde la regla fundamental es la no violencia. De aquí surge la verdadera cooperación, la concertación espontánea de actos humanos.
Conocido lo que es pero especialmente lo que no es una sociedad, se debe aclara por qué la propiedad privada -y no otra forma de propiedad- es su determinante fundamental. Dado que no hay sociedad sin individuo, dado que no hay sociedad sin razón, voluntad y emoción, y dado que el individuo es dueño de su cuerpo, su mente y sus derivados, dado que esto último determina la propiedad, entonces ningún otro sistema social puede ser consistente con el principio de no agresión al constituir propiedad de alguna forma distinta.
Cualquier otro sistema social es violento y anula la propiedad privada. Por esto es efímero. Un sistema social que no surge por concertación espontánea de actos humanos no puede ser perdurable porque destruye la propiedad privada, destruye las certezas sobre su dominio, porque anula la máxima certeza relevante de la vida social del hombre en donde se sabe que es mio lo que es mio pero especialmente se sabe que "no es mio lo que no es mio".
(1) Las personas no se reúnen tal como lo hacen las células, los músculos y los nervios para formar una entidad superior, donde emergen nuevas funciones y propiedades físicas a la luz de nuevas autonomías. Las personas cooperando no crean nuevas autonomías, sólo concertan sus actos individuales para obtener determinados resultados que cada persona valora como subjetivamente atractivos. Es más, la mejor manera de cooperar que tienen las personas, la mejor manera de concertar sus actos, es ajustando espontáneamente la cooperación mediante la asistencia del sistema de información que surge de las valoraciones subjetivas de todo aquello que la misma concertación genera; las personas ajustan su cooperación asistidos por el sistema de precios de mercado. Así, la cooperación es una mera creación de la mete humana, que se inicia con una construcción imaginaria subjetiva y se sostiene por los ajustes subjetivamente sugeridos por la mente. El individuo y su mente es lo que importa.
Qué es la sociedad? Una sociedad no es ni un ente ni un lugar. No constituye autonomía. No existe sin la voluntad humana. No es un organismo1 constituido por personas así como lo es un ser vivo formado por órganos fisiológicamente conectados. Mises lo deja claro: "la sociedad es cooperación, es acción humana concertada", es una manifestación de la voluntad humana. Es sólo eso.
El individuo y la concertación de los actos derivados de su mente es lo único relevante en una sociedad. Siempre está la voluntad de cada persona eligiendo cooperar o no cooperar; este es el inicio y el fin de una sociedad. Incluso en las situaciones más denigrantes de la condición humana, como en la esclavitud, es el individuo en su más profunda intimidad quien elige cooperar o no. Mises sostiene que para cada persona siempre existe la extrema opción del suicidio. De la voluntad del individuo surge la cooperación.
Dado que la voluntad del individuo determina la cooperación, entonces el individuo es dueño de su cuerpo y su mente, por lo que también es dueño de todo aquello que puede obtener usando su cuerpo y su mente. Negar esto significa negar la voluntad, negar los medios primarios de subsistencia. De la voluntad se deriva la primera propiedad del ser humano: su cuerpo, su mente y todos sus derivados. Junto a esta primera propiedad surge el derecho humano fundamental a disponer plenamente de ella.
La vida en sociedad no puede anular el principio (original) de la propiedad privada. La cooperación, la concertación de actos humanos, nunca anula la propiedad porque esto generaría inconsistencia natural y contradicción conceptual con la propiedad misma. Hans Hermann Hoppe deriva de aquí uno de los principio fundamentales de la ética, el principio de no agresión: "…ninguna persona tiene el derecho de interferir u obstaculizar el pleno dominio del cuerpo, la mente y los bienes de los demás…"
El principio de no agresión establece las bases para la libre producción y el libre intercambio, establece las bases del libre mercado y el sano capitalismo. Un reino social establecido bajo este principio nunca puede ser violento o agresivo con la propiedad privada. Bajo este reino la cooperación siempre es pacífica porque precisamente se establece sobre el principio donde la regla fundamental es la no violencia. De aquí surge la verdadera cooperación, la concertación espontánea de actos humanos.
Conocido lo que es pero especialmente lo que no es una sociedad, se debe aclara por qué la propiedad privada -y no otra forma de propiedad- es su determinante fundamental. Dado que no hay sociedad sin individuo, dado que no hay sociedad sin razón, voluntad y emoción, y dado que el individuo es dueño de su cuerpo, su mente y sus derivados, dado que esto último determina la propiedad, entonces ningún otro sistema social puede ser consistente con el principio de no agresión al constituir propiedad de alguna forma distinta.
Cualquier otro sistema social es violento y anula la propiedad privada. Por esto es efímero. Un sistema social que no surge por concertación espontánea de actos humanos no puede ser perdurable porque destruye la propiedad privada, destruye las certezas sobre su dominio, porque anula la máxima certeza relevante de la vida social del hombre en donde se sabe que es mio lo que es mio pero especialmente se sabe que "no es mio lo que no es mio".
(1) Las personas no se reúnen tal como lo hacen las células, los músculos y los nervios para formar una entidad superior, donde emergen nuevas funciones y propiedades físicas a la luz de nuevas autonomías. Las personas cooperando no crean nuevas autonomías, sólo concertan sus actos individuales para obtener determinados resultados que cada persona valora como subjetivamente atractivos. Es más, la mejor manera de cooperar que tienen las personas, la mejor manera de concertar sus actos, es ajustando espontáneamente la cooperación mediante la asistencia del sistema de información que surge de las valoraciones subjetivas de todo aquello que la misma concertación genera; las personas ajustan su cooperación asistidos por el sistema de precios de mercado. Así, la cooperación es una mera creación de la mete humana, que se inicia con una construcción imaginaria subjetiva y se sostiene por los ajustes subjetivamente sugeridos por la mente. El individuo y su mente es lo que importa.
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