La Argentina se aproxima a una crisis violenta. Tal como la ocurrida con la hiperinflación de Alfonsín y el hiperajuste de De La Rúa-Machinea. Una clase de ciclotimia endémica está conduciendo a nuestra sociedad hacia un nuevo precipicio que se avizora para finales del 2008. Las consecuencias, nuevamente, serán devastadoras. Empobrecimiento generalizado, recesión económica profunda, y crisis política e institucional.
Obviamente, una sacudida de tal magnitud acabará con la actual administración. Las causas que nos llevaron a este final son de público conocimiento: violación permanente de las instituciones de la república, adulterio de las estadísticas públicas, expropiación de beneficios personales, y manejo discrecional de la administración pública. Se han violado aspectos fundamentales de la sociedad. Las violaciones mencionadas terminan, inexorablemente, con una crisis.
El buen precio internacional de los alimentos ha sostenido, en los últimos años, el aceptable desempeño económico de la Argentina. Desafortunadamente, las malas intenciones de las autoridades, y sus asesores, de nuestro país han fomentado el desarrollo de un proceso inflacionario, proyectado en 40% para fines del 2008, que se ha vuelto estructural, que erosionó sistemáticamente los fundamentos microeconómicos, y amenaza con deteriorar los fundamentos macroeconómicos.
El gobierno se va quedando sin fuentes de financiamiento. Los aumentos en la recaudación fiscal observable están completamente explicados por la inflación “impuesto inflacionario” y el impuesto a las exportaciones “retenciones”. El empeoramiento en las condiciones microeconómicas terminará afectando la base imponible lo cual conduce a un retroceso en la recaudación real. El conflicto con el campo terminará reduciendo las exportaciones y los ingresos por retenciones, ademas de ponerle un techo a la voracidad confiscatoria del gobierno. El gobierno tiene totalmente vedado el acceso al financiamiento internacional y, a juzgar por los datos internacionales, la administración se aproxima a defaultear títulos públicos pos-2001.
La Argentina mantiene desde el 2001, 20 billones de dólares en default. Y se estima que unos 100 billones de pesos de deuda pos-2001 se encuentran en cuasi-default mediante el manejo discrecional de los índices de precios. Por todo esto, para el 2009 el gobierno se verá en serias dificultades para cumplir con sus actuales obligaciones de mas de 20 billones de dólares contraídas con la institución de la deuda pública.
Toda esta situación ha sentado bases de ingobernabilidad que deberá afrontar la administración de la actual Presidente. La imagen positiva del gobierno, y su autoridad máxima, ha caído a su mínimo histórico. Algunas encuestas sitúan ese índice apenas por encima del 20%. Esto va a ser muy difícil de revertir dado el panorama de incredulidad generalizada que goza el gobierno.
En lo económico, la economía se aproxima a lo que técnicamente se denomina “aterrizaje forzoso”. O sea, el crecimiento de la economía disminuye abruptamente, la demanda agregada se contrae rápidamente y la tasa de interés para financiar consumo aumenta instantáneamente. Esto es un freno pesado para cualquier economía. En particular lo será para la frágil economía Argentina.
Qué pueden hacer las autoridades gubernamentales?. Muy poco bueno se puede esperar de ellos. Su estilo autoritario y totalitarista los mantiene completamente narcotizados. Su jefe supremo nunca bregó por los grandes interese del país. No hay razones para que hoy lo haga. Ellos se encuentran batallando por su ánima de ser: la confrontación y la agresión permanente. De eso sobreviven. Por ello en el 2008 aparece el fantasma de un nuevo precipicio.
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