El sábado, 1 de marzo pasado, tropas del Ejército Colombiano arrinconaron y mataron a 22 guerrilleros de las FARC. Entre ellos se encontraba uno de sus cabecillas. Este hecho sirvió para agregar evidencia a la ya abultada prueba de que algunos gobiernos de la región están cobijando, encubriendo y financiando a un grupo terrorista internacional.
No quedan dudas de que las FARC es un grupo integrado por criminales terroristas. Tampoco quedan dudas que esta organización es impopular, o sea, “no” tiene sustento social ya que una enorme mayoría los rechaza abiertamente. Esta impopularidad los ha llevado a vivir en la marginalidad del sistema. Para subsistir esta organización ha construido vínculos con varios gobernantes de países latinoamericanos.
La exagerada respuesta militar de los gobiernos de Ecuador y Venezuela, ante el hecho comentado, hablan a las claras de la alianza entre estos gobiernos y el grupo terrorista. Está casi probado que se han aceitado los vínculos entre tales gobernantes para que el grupo armado desarrolle, en la clandestinidad, armas sucias o armas cuasi-atómicas a pesar de que no posean la capacidad ni económica ni tecnológica para tener éxito.
El terrorismo internacional, el secuestro de personas y niños, el narcotráfico, el contrabando de armas y, ahora, el desarrollo de armamento radiactivo, son los medios de vida para los guerrilleros de las FARC. Es trivialmente evidente que el gobierno de Venezuela y el de Bolivia se han unido para explotar el narcotráfico como uno de los instrumentos financieros del grupo. Miren por ejemplo esta evidencia y esta otra evidencia. Presten especial atención a la fiesta de los representantes. El señor Correa también parece ser socio de las FARC. Miren esta evidencia. Tampoco quedan dudas de que el señor Chávez y sus socios son aliados políticos, o el brazo político, del grupo. Miren esta evidencia. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
Lo cierto es que Venezuela, Cuba, Bolivia y Ecuador están dando apoyo “directo” político, económico y logístico territorial a los terroristas de las FARC. Mientras no queda muy claro el papel de terceros socios, como Argentina, es “altamente” probable que ciertos grupos de poder vinculados a los gobernantes de estos terceros países estén facilitando los mecanismos financieros y tecnológicos para intentar fabricar armamento peligroso.
Al final, solo Dios sabe adonde terminará esta descabellada nueva aventura de gobiernos latinos que han embarcado a sus pueblos en el fomento del terrorismo para alcanzar sus logros criminales. Una corazonada me dice que estos gobernantes insensatos y sus terroristas aliados han revelado su lógica. A partir de ahora, el poder de “la” potencia hará sentir su peso. El quiki-quiki y pura cáscara los obligará a abortar su operación.
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