El petróleo, como fuente primaria para obtener energía de sus combustibles derivados, es un recurso agotable que se está acabando y su combustión emite a la atmósfera gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono "CO2". El agotamiento del recurso, junto al inevitable progreso económico mundial debido a la globalización, está provocando un incremento sucesivo en el precio del barril de petróleo. Estos hechos agregan mucho riesgo al crecimiento y bienestar de las generaciones futuras. Todo esto parece estimular la búsqueda de fuentes alternativas para complementar y, eventualmente, reemplazar el uso del petróleo. La tarea de sustitución no será fácil auque ha sido facilitada por la energía, extraíble, almacenada en la “biomasa” de recursos renovables vegetales.
Como doble ventaja, la energía proveniente desde fuentes renovables no se agota y cierra un ciclo en la emisión-captura de CO2 atmosférico. Como desventaja, por su desarrollo reciente, se tienen el mayor precio de productos finales comparado con los combustibles convencionales y un balance energético total negativo, aunque el balance energético parcial es positivo. Esta figura desfavorable podrá cambiar pronto gracias al vertiginoso avance tecnológico orientado al desarrollo limpio que permitirá extraer energía celulósica a partir de la biomasa vegetal. Dos ejemplos de esta evolución son el etanol y el biodiesel como biocombustible estrellas.
Algunos compromisos asumidos por líderes políticos de varios países hacen pensar en un cambio importante de la matriz energética mundial. Por ejemplo en el tratado de Kyoto se habla de reducir las emisiones de CO2 a un 80% de las emisiones de 1990. Este compromiso ha sido recientemente ratificado el 9 de marzo pasado, en un plan de largo plazo, por 27 países miembros de la comunidad económica europea-(EU). Objetivos recientes fijados en países avanzados hablan de sustituir un 20% de los combustibles fósiles por otras fuentes de energía limpia desde hoy al año 2020. Estos objetivos, de cumplirse en parte, tendrán profundas consecuencias comerciales y geopolíticas en el contexto de un mundo cada vez más entrelazado.
Recordar, ver figuras 1 y 2, que los países de la EU y el NAFTA han mantenido alrededor del 55% del GDP corriente mundial en lo que va de los 2000’s por lo que ambas regiones demandan una enorme proporción de la energía total. Si todos estos países redujeran en un 20% la demanda actual de crudo, eso significarían aproximadamente unos 6 millones de barriles diarios (ver figura 4) que no se demandan, lo cual equivale a unos 131 billones de dólares anuales, por proyecciones de la figura 3. O sea una caída equivalente a un 15% en las importaciones corrientes de crudo que hacen ambos mercados.
Saque el lector varias conclusiones. Mire el impacto que estos cambios podrían tener en todos aquellos países chicos, exportadores de petróleo, y en aquellos países emergentes que están apostando “hoy” al desarrollo de los biocombustibles. Un mercado de 6 a 10 millones de barriles diarios de petróleo equivalente que se sustituirán en unos 15 años es un botín para nada despreciable. Compute luego el efecto multiplicador que esto tendrá sobre el resto de los sectores de aquellas economías pequeñas. Finalmente, con una mano en el corazón pero con la otra en la frente, medite sobre la medular importancia de prepararse estratégicamente y posicionarse en el nuevo mercado de la energía. Usted descubrirá qué países serán perdedores y cuáles se postulan ganadores en esta contienda. Algunos candidatos coquetean a la Chávez, mientras otros postulantes dicen: hola etanol, hola biodiesel!!!.
Notas: Un billón=1000000000. Todos los gráficos de este post son de elaboración propia.
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