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sábado, enero 06, 2024

El Creador De La Libertad Humana

La palabra Libertad es multipropósito. Se la suele emplear, a veces, en sentidos opuestos para justificar lo bueno y lo malo. En general expresa una cualidad humana deseable: el humano es libre. Y de aquí nace la confusión porque habilita interpretaciones arbitrarias generando la idea de que el humano es todopoderoso, alguien que puede hacer lo que se propone, ilimitadamente. Pero, en rigor, los actos humanos tienen alcances muy limitados, están acotados por varios frentes. ¿Cuáles son?

Hay dos aspectos complementarios del término: uno natural y otro praxeológico.

Desde la perspectiva natural, lo que le ocurre al humano suele ser liberador. La biología humana configura en sí un fenómeno liberador. Por ejemplo, la concepción es una manera mediante la cual los gametos sexuales escapan a la inexorable extinción que sufren sus contemporáneos. El nacimiento representa la liberación del medio gestante. El entrenamiento y la madurez habilitan la independencia del ceno familiar. Los logros personales y económicos permiten un cierto alivio de las fuerzas de la escasez.

Pero estos eventos son acotadamente liberadores. El humano, como todo lo que existe en nuestro mundo, queda sometido a la tiranía de las leyes naturales. La competencia biológica y las leyes de la física son implacables. Cualquier ser vivo debe superar todos los obstáculos biológicos para sobrevivir. Nadie puede violar la gravedad o las leyes fisicoquímicas. Las restricciones biológicas, físicas o bioquímicas son permanentes e inevitables. Ningún humano las puede saltar.

Esta liberación natural acotada se complementa con la liberación praxeológica, aquella derivada de la acción humana concertada. Las leyes praxoelógicas surgen y operan en el momento de la cooperación, al concertar actos humanos. Hay dos maneras posibles de concertar actos humanos: el modo espontáneo y el modo coercitivo. Ambos son voluntarios porque la voluntad atraviesa cualquier acto humano. El modo espontáneo se caracteriza por ausencia de coerción, es el voluntariamente más productivo y el único éticamente justificable. Cualquier tipo de coerción es injustificable.

Ludwig von Mises sostiene que “…para ser exitoso, el humano debe ajustar su conducta a las reglas praxeológicas…” de lo contrario queda condenado a los efectos de la injusticia y empobrecimiento permanente. La violencia y la coerción son enemigos de la prosperidad. Un orden prospero siempre es pacífico, no violento y espontáneo. Un ejemplo lo es el capitalismo, el libre mercado, en donde resaltan con claridad los beneficios de observar las leyes praxeológicas.

Dos leyes praxeológicas sobresalientes son la ley de la división del trabajo y la ética de la propiedad privada. La ley de la división del trabajo dice que es más productivo cooperar que no cooperar y que la cooperación espontánea supera a la coercitiva. La ética de la propiedad privada sostiene que la única ética justificable en sociedad es la ética de la propiedad privada, el estricto dominio propio sobre lo que se posee. Respetando estas dos leyes, junto a algunos aspectos que hacen a la paz en sociedad, es posible constituir civilizaciones prósperas, justas y duraderas.

Las leyes praxeológicas dan sentido social a la libertad. El humano se libera observando estas leyes porque la cooperación espontánea y pacífica lo vuelve más productivo y justo. El hombre actuando bajo estas leyes de cooperación se puede plantear desafíos impensados por generaciones pasadas y gestar nuevas generaciones de humanos preparados para enfrentar los nuevos retos para vivir mejor y prolongar su existencia. Estas leyes son la fuente fundamental de la liberación humana.

Si se compara la vida humana en las cavernas con las condiciones de vida actual, uno puede dimensionar la significancia e implicancia del invento del capitalismo, del libre mercado, que es pura praxeología en acción. En los últimos 200 años -gracias a este invento- el humano duplicó su longevidad, multiplicó por miles su capacidad productiva y su calidad de vida, dominó su propia inteligencia y colonizó el espacio exterior adyacente a la tierra. Algo que hace dos siglos nadie se lo imaginaba. El capitalismo, el libre mercado, hizo libre al ser humano. El libre mercado, el respeto irrestricto de las leyes praxeológicas, es el creador de la libertad humana.

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