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miércoles, junio 16, 2010

Arrogancia Fatal

En el día de ayer, 15-06-2010, apareció publicada una nota en el diario Clarín titulada: Cristina busca fijar precios y cupos al papel para diarios. En esa nota se mencionan algunos dichos de la señora Presidente: “...el papel no puede quedar fuera de la sustitución de importaciones...”, “...el gobierno impulsará un precio igualitario del papel para diarios...”, “...se avanzará en el tema de los cupos de venta para los periódicos del interior...”. Print pdf.

Este hecho de política, imponer precios y cupos para la venta del papel, se suma a todo el manejo intervencionista arbitrario, que la administración KK ha impulsado e implementado, sobre el sistema de precios y la actividad económica. El resultado de esta desventura, ya vivida en amargas experiencias del primitivismo pasado, no podrá ser mas que un sistemático incremento de los precios y un repentino y abrupto aumento del desempleo cuando el intervencionismo se abandone obligatoriamente. La imagen final retratará a nuestra economía en una situación mucho mas primitiva y precaria que al comienzo.

Espero que los señores asesores económicos y políticos de la señora Presidente le hayan informado sobre el correcto significado de lo que ella está impulsando. Dado que honestamente dudo de la neutralidad de esos sabios asesores, permítame, señora Presidente, acercar una humilde visión sobre las intrínsecas limitaciones que todo hombre debe recordar a la hora de intentar manipular el derrotero de un fenómeno complejo como los fenómenos sociales.

Los fenómenos sociales, por supuesto los económicos entre ellos, son fenómenos esencialmente complejos que, usando los términos de von Hayek, emergen desde el carácter o naturaleza de una compleja estructura organizada. Lo que verdaderamente caracteriza a cualquier complejidad esencial es precisamente la imposibilidad, que todo hombre tiene, de conocer lo que esencialmente determina su naturaleza: los factores que explican estos fenómenos son en su abrumadora mayoría esencialmente desconocidos.

El desconocimiento se debe especialmente, siguiendo a Hayek, a que los hechos y aspectos, en su infinitud, que explican y determinan los eventos de esos fenómenos son no observables por mente alguna y, por lo tanto, no comprobables. O sea son esencialmente desconocidos. Esto especialmente anula las pretensiones, de hacer predicciones detalladas, de cualquier teoría social. ¿Qué argumentos le hacen pensar señora Presidente que, justamente esa combinación de intervencionismos que su administración ha elegido aplicar sobre nuestra vida económica, reúne la dosis justa de aquellos hechos que dentro de la infinitud señalarán el acceso a la prosperidad?. Le adelanto mi respuesta: no existe ni un solo argumento válido. Aquellos argumentos que le susurran sus asesores se derivan o de una falsedad intencional o de una teoría falsa.

Déjeme agregar mis convicciones sobre las causas que determinan la prosperidad de las personas en una sociedad. La civilización, como fenómeno social, avanza, prospera, no por el diseño y el control poseído o ejercido por alguno de sus miembros, sino por el esfuerzo y cooperación libre y espontánea de estos miembros. La prosperidad no se diseña, ni se controla, porque simplemente es imposible hacerlo. La prosperidad es un orden que emerge de esa complejidad. Ningún hombre diseña ese orden pues ese orden emerge de la complejidad social, ni tampoco lo controla pues ese orden se autocontrola. Esa autonomía de diseño y control se funda en el principio de ignorancia que anteriormente mencionaba.

En toda la historia de la civilización, cada vez que alguno de sus miembros se arrogó y ejerció el poder de conocerlo, diseñarlo y controlarlo todo, solo logró condenar a su pueblo a las miserias de la esclavitud. Bajo el impecable ejercicio de su tiranía y despotismo condujo todo un pueblo, dominado y sometido, a la ruina mas absoluta. No conozco ni un solo ejemplo de lo contrario. Si Usted, señora Presidente, conoce alguno, le ruego me lo comunique. Yo con gusto lo estudiaré. Aunque mis humildes pero firmes convicciones estarán siempre intactas: el hombre nuca, ni por toda la eternidad, dominará al hombre.

Sus dichos, señora Presidente, sobre los controles de precios, producción y racionamiento, tienen la dimensión de aquel arrogante poder. Esa sensación o esa creencia de conocerlo, diseñarlo, y controlarlo todo. Usted debería escuchar otras campanas, señora Presidente. Otras campanas que le dicen que se estuvo equivocando. Esos errores seguramente no terminaran con nuestro pueblo Argentino sumergido en la ruina, por el simple hecho de que esta sociedad, confío, ha encarnado aquel principio de imposibilidad. Pero cada vez que Usted aplica medidas intervencionistas en la economía para nada resuelve el problema que Usted pretende resolver. Por el contrario, lo empeora un poco mas. Con cada intervención desmedida la sociedad se aproxima a ese final infeliz que le mencionaba al principio. Y a todas aquellas personas, que Usted dice pretende ayudar, las termina perjudicando con cada malogrado intento de diseño y control.

Debo confesar que por el momento no espero ni el mas mínimo gesto de mesura, ni de Usted ni de ningún administrador, que nos aleje de este maleficio que ha invadido a casi toda clase gobernante de estos tiempos, en casi todo el mundo. Esos actos arrogantes que alejan a las sociedades de sus ideales de libertad y prosperidad. Como consuelo final me queda la certeza de dominancia que impone el principio de imposibilidad o principio de ignorancia. Pero también debo confesar que me desespera observar este modo implacable por el cual muchos actos de un gobierno democrático, disfrazado con la regla de la ley, se enfilan en la dirección de esa arrogancia fatal.

Atte.
Juan Carlos Vera. Buenos Aires, Argentina.

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