La administración actual del gobierno de los Estados Unidos de Norte América está utilizando una combinación nociva de política económica: liquidez extrema y política fiscal super-expansiva. Esta combinación, en un contexto de decline o inestabilidad del producto bruto interno (GDP), conduce a un único resultado final: inflación y depreciación de la moneda con alto riesgo de recesión económica. Print pdf.
Esto fue lo que sucedió en la década de los 1970's cuando entre 1970 y 1981 el gobierno estuvo gastando enormes cantidades de dinero inyectando liquidez para financiar sus intervenciones en la economía. Entre 1970 y 1981 la oferta monetaria M2 se triplico, el GDP solo aumentó en un tercio de su valor pasando de 3.9 a 5.2 trillones de dólares, con un promedio de 6.5% de inflación anual. El resultado fue letal para la riqueza de los Americanos. En 1981, un dólar solo alcanzaba para adquirir la mitad de los bienes que se compraban en 1970. En doce años el poder adquisitivo del dólar cayó a la mitad.
Los grandes números de la economía americana actual se enrutan por la misma vía. En Mayo de este año se supo que la reserva federal crearía unos 11.7 trillones de dólares. Por otro lado la deuda de los Estados Unidos es de 11.5 trillones de dólares y crece a una tasa de 3.88 billones por día. Su deuda es mas alta que el GDP. El gobierno de China, quien mantiene aproximadamente el 10% de los bonos de deuda de Estados Unidos está repensando su estrategia de inversiones y de acumulación de reservas. Al igual que otros países como India, China está migrando sus reservas internacionales desde el dólar al oro. Es muy probable que otros gobiernos sigan el camino de India y China en la medida que se deteriore el valor del dólar y se pierda la confianza en la economía de los Estados Unidos.
Tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo se percibe que la administración del Presidente B. Obama, mas que retomar la disciplina, está forzando artificialmente la actividad económica mediante una desmedida intervención, un descontrolado gasto público, y una súper oferta monetaria, hechos que terminarán erosionando los fundamentos de la economía y ocasionando profundas pérdidas de ingreso y riqueza de los Estadounidenses. Tarde o temprano, estas acciones alocadas del gobierno afectarán negativamente la producción, provocando inflación y un fuerte deterioro del valor del dólar.
Parte de la doctrina ideológica que nutre la mente económica del Presidente Obama se basa en unas creencias que predica el señor Paul Krugman. Krugman percibe a la economía capitalista de mercado como un juego de suma cero. En contraposición a Krugman toda la evidencia histórica muestra que la riqueza de la humanidad se ha incrementado siempre que la actividad productiva estuvo orientada por el principio fundamental de la economía capitalista: el libre mercado. El resultado económico del libre capitalismo es como el de un juego de suma positiva. Y esta verdad parece no encajar en la mente del señor Krugman.
El señor Krugman ha llegado a sugerirle, recientemente, a la administración Obama que impulse regulaciones extremas sobre las transacciones financieras. Él señala que aplicando un impuesto tipo Tobín se podría desalentar las transacciones financieras especulativas de corto plazo sin llegar a perjudicar las transacciones productivas de largo plazo. Krugman supone, explícitamente, que todas las transacciones especulativas son dañinas para la economía y, además, da por hecho que la intervención con esta clase de impuestos será efectiva no solo para sacar de la crisis al sistema financiero sino también para evitar crisis futuras.
El razonamiento de Krugman contiene un error fatal. Entre sus enunciados afirma que la hiperactividad de las transacciones financiera de corto plazo fue la causa de la pérdida de valor de las hipotecas de alto riesgo (o subprime) y de otros activos del mercado de capitales, hecho que disparó la crisis del sistema bancario. Esta afirmación es completamente falsa y malintencionada.
El error fatal de Krugman proviene de ignorar el papel que jugó el gobierno, y especialmente la política monetaria de la reserva federal, de los Estados Unidos en ese proceso reproductivo de los activos de alto riesgo. La política monetaria expansiva de la reserva federal a lo largo de la década del 2000's generó los incentivos para contaminar al mercado de capitales y a toda la economía con activos (tóxicos) de alto riesgo. Sin la intervención previa del gobierno, nunca se habrían regenerado esos activos tóxicos y por lo tanto la crisis no se podría asociar a activos tóxicos ni a transacciones especulativas. El señor Krugman mira los efectos pero se olvida de mirar las causas, y eso se llama mala intención.
En particular coincido con Don Boudreaux cuando afirma que la especulación no es del todo mala. Ella ayuda a limpiar los mercados y sirve como un acelerador en la búsqueda de un correcto precio de equilibrio de los activos. Además, un especulador puede ganar pero también puede perder, y si pierde es él quien debe absorber esa pérdida. Cuando un gobierno se entromete en la especulación y trata de rescatar a, sus amigos, especuladores o toma medidas para cubrirlos entonces está utilizando los recursos públicos (que sustrae del sector productivo de la economía) en el rescate de grupos de interés que, como ciertos predicadores de la economía puritana, presionan para la intervención gubernamental.
Pero hay otro hecho mas sorprendente que llama mucho la atención. El aburrido mundo económico insinuado por el señor Krugman parece ser de continua expansión. O sea, sin ciclos económicos. Si hay algo definitivamente irrefutable en economía es la omnipresencia de los ciclos. Esa especial manifestación de sucesivos aciertos y errores en las decisiones económicas. Aciertos y errores que construyen aquellas fuerzas que van guiando los resultados económicos a lo largo del tiempo. Si de algo se puede estar seguro es que las fuerzas que determinan los ciclos son muy superiores a la especulación.
El resultado que devenguen las acciones intervencionistas, guiadas por la prédica de la economía puritana del gran controlador, difícilmente pueda aparejarse a aquel efectivo orden que emerge de las disgregadas pero perseverantes fuerzas libertarias del mercado.
De los individuos, agentes económicos que interactúan e intercambian bienes libremente, acertando y errando, deriva la principal inspiración de aquel orden. Con ese orden, a veces se avanza, a veces se retrocede, se toma impulso, para luego avanzar con mas vigor. Los miembros de la ingenua administración del Presidente Obama parecen no contener la sangre para interpretar esta lógica. Por ello cada día que pasa con mas frecuencia se siente, el repique de las campanas ¿Sarah Palin Presidente?.
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