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viernes, julio 15, 2022

El Problema Económico

El individuo, cada ser humano, se encuentra en un estado invariante de insatisfacción. Esta es la condición permanente de cada persona. El estado de saciedad es sólo una construcción imaginaria que sirve como referencia para representar un estado de cosas que se pretende alcanzar. La escasez de medios, de recursos, disponibles para atender insatisfacciones junto a la persistente voluntad por subsistir y evolucionar lleva a cada ser humano a generar infinidad de estados subjetivos de insatisfacción.

Por la escasez e insatisfacciones, el humano se involucra en el desafío permanente de utilizar los medios lo mejor posible al atender insatisfacciones. Al involucrarse en este desafío, el problema permanente que cada ser humano está obligado a abordar es el de no atender sus necesidades más urgentes porque emplea sus medios, escasos, para atender necesidades menos urgentes. Este es el problema económico.

El problema económico no se reduce estrictamente a usar medios para producir bienes finales e intercambiar y usar estos bienes para satisfacer necesidades. Esta es la etapa final del problema. El núcleo del problema es obtener, intercambiar y emplear más y más medios para producir más y más medios e intercambiar y emplear estos medios para generar más y mejor satisfacción final. El núcleo del problema es un fenómeno de intensa industrialización expansiva de medios de producción, un problema de generación de riqueza. Este problema es de simple resolución a nivel individual, a nivel microeconómico, pues la persona conoce sus necesidades más urgentes y sus medios al momento de involucrarse en el desafío de producir medios para producir otros bienes. La aritmetización, el cálculo monetario, es la única herramienta que asiste a cada individuo al abordar exitosamente la resolución de su problema microeconómico.

La vida social le ofrece a cada ser humano mejores alternativas para abordar su problema económico. En sociedad surgen más y mejores posibilidades de resolución porque se pueden producir y emplear más y mejores medios, las personas tienen más oportunidades para interactuar y para atender sus insatisfacciones. La vida en sociedad, la acción concertada bajo la división del trabajo, se vuelve una fuente de nuevas posibilidades que están ausentes en la situación autista y endogámica. Pero no cualquier esfuerzo compartido es mejor. Las nuevas posibilidades surgen en sociedad siempre que cada persona atienda voluntariamente sus insatisfacciones atendiendo lo mejor posible las insatisfacciones de los demás. Este sistema de satisfacción interpersonal voluntaria generalizada se logra mediante vínculos contractuales entre los individuos.

Atender lo mejor posible las necesidades de los demás se vuelve de interés supremo para cada persona en sociedad. En tal caso, cada persona valora subjetivamente como satisfactoria, o no, la contribución que los demás hacen al concertar sus acciones e intercambiar medios, ya sea medios que producen medios o medios que producen fines. Estas tasas de cambio expresadas en términos monetarios forman el sistema de precios. Este sistema de precios es la base de la aritmetización que permite encaminar el esfuerzo concertado, bajo la división del trabajo, dirigido hacia aquel objetivo de mejor satisfacción interpersonal.

El libre mercado, la libre concertación de acciones de personas que producen e intercambian bienes entre ellos, no sólo genera esas condiciones para la mejor contribución sino que, con el sistema de precios, también se indica permanentemente a cada individuo sobre la significancia de su contribución. El mercado no dirige la acción humana emitiendo órdenes o decretos. El sistema de precios (la tasa de cambio de lo que se compra y vende) del proceso de mercado reúne y libera permanentemente la suficiente cantidad de información que permite a cada miembro de la sociedad ajustar sus acciones a los requerimientos de la cooperación social. El mercado, el sistema de precios monetarios, simplifica enormemente el cálculo y el problema económico, lo cual vuelve inigualablemente exitosa la concertación anónima de la acción humana.

En cualquier desafío colectivista, contrario al proceso de mercado, la forzada unicidad e indivisibilidad del problema económico lo vuelve extremadamente rígido, complejo e irresoluble. Es precisamente su atomicidad y divisibilidad en el mercado, lo que lo simplifica y lo hace abordable y resoluble desde la perspectiva de la acción humana concertada bajo la división del trabajo. La cooperación no sirve para resolver problemas económicos forzosamente unificados e indivisibles. Los infinitos ajustes, en la coordinación productiva y comercial necesarios para sostener e impulsar la permanente industrialización de los medios, requiere de completa flexibilidad.

Sólo las personas conocen sus insatisfacciones y posibilidades. Los problemas económicos (de usar medios incorrecta e inoportunamente) se vuelven resolubles cuanto más y más cerca de su origen se encuentran. Los problemas económicos se complican enormemente, sus soluciones desaparecen, cuando se agregan arbitrariamente. En el contexto del libre mercado, con precios monetarios, siempre es factible coordinar la resolución de infinitos problemas atomizados. El sistema de precios los coordina. Pero resulta imposible resolver problemas económicos que se vuelven infinitamente complejos por su agregación. En el contexto del libre mercado, con plena distribución y atomización de la acción humana, la coordinación en la resolución de problemas económicos atomizados resulta tán efectiva como exitosa.

Unos de los efectos más sobresalientes del libre mercado, de la acción humana aritméticamente concertada, es la abrupta disminución del riesgo de fracaso. Los fines de la acción humana siempre se dirigen a atender insatisfacciones futuras, algo que todavía no ocurrió. Siempre existe la posibilidad de fracaso, de que el plan sea incorrecto, de que cambien las condiciones de insatisfacción o que simplemente las supuestas insatisfacciones no existan. El plan del director de una aventura colectivista siempre tiene una probabilidad de fracaso. Pero esta probabilidad se desploma casi a cero si el problema económico se fracciona a nivel individual. En este último caso, que es el caso del libre mercado, cada individuo tiene una probabilidad de fracaso, pero la probabilidad de que todos fracasen, la productoria de las probabilidades de los fracasos individuales, se hace cero dada la multiplicidad de problemas que se abordan a nivel individual. Este es el efecto certeza del mercado.

Hay diversas maneras de entorpecer o anular el proceso de mercado. Por ejemplo, las acciones políticas y las votaciones son instrumentos operativos para el sometimiento y dominación social por parte del estado y sus gobernantes. Las votaciones, la elección de jefes y autoridades, suele ser la única acción concertada entre personas de una sociedad dominada por la hegemonía del aparato compulsivo coercitivo del estado, el gobierno. Bajo la hegemonía del gobierno, el resto de las acciones no son concertadas sino elegidas y ejecutadas por jefes y autoridades, quienes emiten órdenes a ser incondicionalmente obedecidas por los súbditos, las demás personas de la sociedad. En un sistema social con vínculos hegemónicos, de órden-obediencia, los subordinados no actúan, sino que reaccionan mecánicamente bajo amenazas de sanciones y castigos.

Bajo el dominio de la acción política, se deteriora el mercado, el sistema de precios se contamina con la arbitrariedad de los gobernantes y se deterioran las prestaciones de la cooperación social. El problema económico se centraliza por la acción política y su resolución se vuelve imposible. Lo que finalmente prevalece es la voluntad del jefe, del gobernante. Él elige los fines y ordena aplicar medios para alcanzar sus fines. En este sistema social, la acción humana no se ordena para atender las insatisfacciones de las personas sino atendiendo los caprichos arbitrarios de la voluntad del gobernante. Claramente con este sistema social no es posible resolver el problema económico.

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