Actualmente, en todos los países del mundo, los gobiernos poseen el poder absoluto sobre la manipulación monetaria. Los gobernantes ostentan el monopolio exclusivo para emitir dinero y expandir el crédito. Las autoridades del banco central de cada país, controlados por sus gobernantes y amigos, emiten papel fiduciario que imprimen a lo largo del año, y expanden el crédito mediante el sistema bancario en ese mismo periodo. Esto genera las condiciones para un auge artificial -con malas inversiones y malos negocios- y se abona el terreno para una inevitable depresión y catástrofe económica. En medio de la crisis, los gobernantes empeñados y presionados por permanecer en el poder efectúan su último movimiento desesperado: la degradación internacional de la moneda -la devaluación- que finalmente termina destruyendo el sistema monetario del país.
El corolario es que los gobernantes destruyen la moneda. La historia(1) no contradice esta conclusión. Cualquier país del mundo la verifica. Como ejemplos extremos observe lo que ocurrió recientemente en Venezuela o lo que está ocurriendo ahora mismo con el peso Argentino. El bolívar Venezolano ya no existe, la vorágine devaluación-emisión lo liquidó. Siguiendo la misma lógica, el peso Argentino se está destruyendo por completo siendo su última etapa previsible, una espiral de precios que se aproxima.
En Argentina, los kirchners aplicaron el festival imprenta-créditos-corrupción; allí surgió la escalada de precios a pesar del control de precios y control de cambio. Para evitar la hecatombe total por emisión monetaria, los kirchners recurrieron a la devaluación que usaron como instrumento para reforzar la emisión, provocar una caída en el salario real, licuar deudas y pasivos de empresarios amigos y retomar la expansión del crédito. El gobierno de cambiemos no corrigió ni la emisión monetaria ni la expansión del crédito ni eliminó las restricciones al comercio internacional, con lo que la escalada de precios se consolidó. Para intentar frenar esta escalada, el gobierno de cambiemos recurre a la devaluación, usando el mismo instrumento y persiguiendo los mismos objetivos del gobierno de los kirchner.
El problema que hoy enfrenta el gobierno Argentino es que la devaluación de la moneda sigue una espiral autónoma. Esta devaluación se transmite automáticamente a precios, vía estructura productiva y hábitos de consumo. Esto provoca caídas abruptas del poder adquisitivo, con lo cual las personas huyen del peso para refugiarse en una moneda extranjera -el dólar. La devaluación se retroalimenta y ahora no puede emplearse como instrumento de política del gobierno, puesto que conduce a una escalada inevitable de precios. Con el fantasma de una inminente espiral de precios, la devaluación se vuelve contraproducente como ingeniería inflacionista. La ingeniería inflacionista colapsa. Ya no sirve emitir pesos usando la devaluación.
El colapso de esta ingeniería ocurre, porque toda devaluación tiene efectos destructivos(2) para una economía. Cuando los gobernantes la emplean, recurren a justificaciones engañosas y falsas(3). El supuesto efecto competitivo en el sector exportador y del turismo es fugaz, y desaparece luego que se ajustan los precios y el salario. Pero, el hecho de que se deba exportar más al obtener la misma cantidad de un insumo importado para producir, tiene un impacto anticompetitivo duradero, ya que las industrias afectadas soportan un aumento permanente en los costos. Además, los consumidores se ven obligados a disminuir el consumo de bienes importados, pues tendrán que exportar más para obtener una cierta cantidad de bien importado. Así lo dice Mises, en Human Action pp 785:
“The much talked about advantages which devaluation secures in foreign trade and tourism, are entirely due, to the fact that the adjustment of domestic prices and wage rates to the state of affairs created by devaluation requires some time. As long as this adjustment process is not yet completed, exporting is encouraged and importing is discouraged. However, this merely means that in this interval the citizens of the devaluating country are getting less for what they are selling abroad and paying more for what they are buying abroad; concomitantly they must restrict their consumption and production(4). This effect may appear as a boon in the opinion of those for whom the balance of trade is the yardstick of a nation's welfare. In plain language it is to be described in this way: The British citizen must export more British goods in order to buy that quantity of tea which he received before the devaluation for a smaller quantity of exported British goods. Clearly, the wellbeing of British citizen must decrease(5).”
Dada la espiral autónoma devaluación-precios, la única salida que hoy le queda a la sociedad Argentina, para no caer y evitar una hiper escalada en los precios, es eliminar totalmente la emisión monetaria, abrir completamente la economía al comercio exterior y permitir la libre circulación de la divisa(6) -el dólar- como moneda legal para así formalizar una economía bimonetaria dentro de la cual se fija la tasa de cambio.
El peso está en la lona. Los gobernantes lo hicieron. Sus protagonistas principales actuaron durante 12 años de kirchnerismo más 3 años de cambiemos. En suma, con 15 años de comunismo devaluacionista destruyeron, nuevamente, la moneda Argentina. En este momento recibimos las últimas estocadas de los: Estafadores Devaluacionistas.
Referencias:
(1) Desde su creación, el dólar Estadounidense ha perdido el 93% del valor; la libra esterlina del Reino Unido ha perdido casi todo su valor; el bolívar Venezolano ha perdido todo su valor; pérdidas similares sufrieron todas las monedas del mundo. El peso Argentino actual, desde el 2003, ha perdido casi el 99% de su valor, sumado el hecho de que este país viene destruyendo todos los signos monetarios que crea.
(2) Así lo dice Mises, pp 785. “If one looks at devaluation not with the eyes of an apologist of government and union policies, but with the eyes of an economist, one must first of all stress the point that all its alleged blessings are temporary only. Moreover, they depend on the condition that only one country devalues while the other countries abstain from devaluing their own currencies. If the other countries devalue in the same proportion, no changes in foreign trade appear. If they devalue to a greater extent, all these transitory blessings, whatever they may be, favor them exclusively. A general acceptance of the principles of the flexible standard must therefore result in a mutual overbidding between the nations. At the end of this race is the complete destruction of all nations’ monetary systems.”
(3) Así lo dice Mises, pp 784. “However, neither the governments nor the literary champions of their policy were frank enough to admit openly that one of the main purposes of devaluation was a reduction in the height of real wage rates. They preferred for the most part to describe the objective of devaluation as the removal of an alleged “fundamental disequilibrium” between the domestic and the international “level” of prices. They spoke of the necessity of lowering domestic costs of production. But they were anxious not to mention that one of the two cost items they expected to lower by devaluation was real wage rates, the other being interest stipulated on long-term business debts and the principal of such debts.” “The devaluation, say its champions, reduces the burden of debts. This is certainly true. It favors debtors at the expense of creditors. In the eyes of those who still have not learned that under modern conditions the creditors must not be identified with the rich nor the debtors with the poor, this is beneficial. The actual effect is that the indebted owners of real estate and farm land and the shareholders of indebted corporations are helped to the disadvantage of the enormous majority whose savings are invested in bonds, debentures, savings-bank deposits, and insurance policies.”
(4) Agregado por el autor de este artículo.
(5) Agregado por el autor de este artículo.
(6) Una mejor opción es permitir la libre circulación de cualquier divisa, incluidas las criptomonedas y, principalmente, el oro.
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