Sucede que, en ciertos lapsos de tiempo, cuando reflexiono sobre los orígenes de la existencia, suelo sorprender a mi mente en el medio de una recurrente batalla, que parece no tener fin: la batalla entre lo que estoy en condiciones de entender racionalmente, y aquello en lo cual estoy dispuesto a creer, a aceptar sin mayores prejuicios. Pero esta batalla, lejos de ser destructiva, resulta enriquecedora, siempre que uno tenga de donde sacarle filo. Se requiere de habilidad y predisposición para exprimir nuestro cerebro. ¿Qué puede surgir de ello?. Leer todo el artículo.
1 comentario:
Al expresar que la vida en general, y la conciencia en especial, es "o un indescifrable acto de creación divina o un sutil atajo encontrado por la existencia para escapar a las fauces de la irrelevancia cósmica" lo que pretendo decir es que no parece descabellado postular un propósito para la existencia: el de escapar a la paralizante frialdad de la oscuridad, a la irrelevancia de la nada, a la perpetua amenaza de la aniquilación. Tal propósito le otorgaría un sentido a la existencia. Mi gran interrogante es si "el" sentido de las cosas resulta ser una arrogante pretensión de la conciencia; ¿de qué consiste una eternidad o una infinitud sin sentido?.
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